viernes, 14 de marzo de 2008

Sweeny Todd




Sweeny Todd me ha parecido una película preciosista, porque recrea con tal puntillismo y amor un ambiente concreto, de época, como se suele decir, que merecen un aplauso. También alcanza este reconocimiento a la banda sonora, que me ha cautivado por su poesía con tintes siniestros, aunque algunos hayan criticado las dotes cantoras de los actores. Desde luego, sus creadores estaban enamorados de la historia.

Lo malo es que el amor y los amores de su director, Tim Burton, se decantan hacia zonas del alma que, si existen, darían para poblar alguno de los infiernos de Dante. De hecho, los protagonistas principales, asesinos ellos, amén de locos, parecen fantasmas en medio de un decorado de casa encantada. Por su parte, las víctimas, que son casi todos los demás, no pasan de ser odres de sangre muy sensibles al roce de una navaja de plata. Pero no hay solo roces, sino tajos, estocadas y mucha carnicería. La escena del árbol sangrante de Sleepy Hollow aquí se repite con profusión y aspersión.

Lo que ya no acierto a decir es si todo esto, tan bien hecho y presentado, está realizado con arte y gusto, porque la consecuencia primera es un revoltijo de náusea en el estómago. Y la sensación de que este mundo de Tim Burton existe dentro de un libro olvidado, que a su vez reposa dentro de un ataúd, que se abre dentro de la pesadilla que tiene un espectro.

1 comentario:

laura dijo...

Johnny Depp convence, actúa y canta bien, la ambientación magnífica, estoy de acuerdo, ahora bien, la película nauseabunda al máximo. No sé si es que yo estaba sensible o qué, pero comparado con esto, Anthony Hopkins cocinando a sus víctimas en “El dragón rojo” me pareció casi exquisito.

Con lo contenta que estaba yo el otro día viendo los conejitos de la Srta. Potter.