miércoles, 27 de diciembre de 2006

¡FELIZ NAVIDAD!


Feliz Navidad a todos los lectores del blog, transeúntes o suscriptores -a día de hoy, cero-, amigos o adversarios, novatos o reincidentes, moros o cristianos, guapas o feos. Os deseo un auténtico renacer de la Alegría que el Amor trae a los corazones. Que la Paz de Dios signifique que triunfa la Justicia y se vive en y desde la Libertad. Que las vísperas del 2007 nos sirvan para recapacitar sobre errores pasados y nos asienten en los logros del año terminado. Que crezca la ilusión, reine Dios en cada uno y se superen las trabas que ponen el miedo, la inseguridad o los defectos. Cada momento es una oportunidad para amar, y todavía quedan unos cuantos este año para aprovecharlos: ¡ánimo!

sábado, 23 de diciembre de 2006

No ser del todo de este mundo


Suelo tener muy presente una reflexión de Julián Marías. Decía que le gustaban aquellas personas que no eran del todo de este mundo. Es decir, que tenían apoyados los pies en la tierra -en el sentido literal y en el razonable-, pero que al mismo tiempo tenían la mirada, el espíritu, puestos más allá, en un terreno que unos llamarán el de Dios, otros, con más vaguedad, el de lo trascendente, y algunos más, como aquel donde todo lo material queda definitivamente relativizado.
Si está totalmente atado al mundo, no puede uno comprender cosas como la Navidad, en el sentido de fiesta vivida estos días. Así se puede explicar la depresión y tristeza que a muchos causa. ¿Cómo me van a llenar unas figurillas de barro, como van a ensanchar mi alma unas ristras de luces, como me van a devolver la esperanza unos comerciantes obsequiosos? Si la Navidad no es vista con los ojos de Dios -y con Él en su centro- lo único que logrará llenarme será la barriga. Como pasa con tantas cosas que esta sociedad ha reducido a su aspecto más superficial, la Navidad se convierte en un cascarón decorativo cuya fragilidad no resiste un examen serio. Y sobre estas fragilidades se sustenta desgraciadamente la alegría de muchos.

miércoles, 20 de diciembre de 2006

Laicismo navideño


A algunos, más guiados por el odio que por los criterios, les ha dado por cargarse la Navidad, dejando sólo el nombre, aunque maldita la gracia que les hace. Son gentecilla vacía, que van por la vida negando, que alimentan un rencor rancio y avinagrado, que no toleran porque ni saben ni quieren. Tirar a la basura un belén hecho por niños es un gesto innoble, que no tiene justificación alguna. La Navidad molesta, seguramente a los mismos que se atiborran en las comidas de empresa y se vacían los bolsillos en los grandes almacenes con la excusa de estas fechas. Pero una Navidad reducida al consumo y al recibir genera corazones duros, cerrados al Amor que viene, incapaces de apreciar el valor de unas humildes figurillas en las que se cuenta el mayor acontecimiento de la Historia, que seguirá sucediendo pese a ellos.

domingo, 17 de diciembre de 2006

Domingo


Quizá no es lo más ortodoxo ponerse a oír jazz un domingo por la mañana, pero ya que trasnocho poco, no me quedan demasiadas opciones. Sustituyo la noche por la mala iluminación de mi cuarto, y la nubecilla de volutas del tabaco por el humo que me vi forzado a tragar ayer en la comida de Navidad, que todavía noto desmoronando el vigor de mis pulmones.
John Coltrane es uno de los grandes. Su saxo busca y rebusca, expande el alma, aunque no quiera salir de ella. O al menos eso es lo que a mí me parece. Llega un momento en que su swing es una enorme interrogante, trazada de arriba abajo, una y otra vez; y casi ya sin aliento se queda uno en el filo, pendiente de un nuevo paso que dar. Pero con el jazz sucede que, de puro gusto, decide uno empezar de nuevo, a pesar de que el recorrido sea ahora diferente, porque siempre lo es. El jazz, como todo lo que se parece a la vida, ocupa un puesto estelar entre mis debilidades preferidas. Aunque sea domingo por la mañana y Dios me espere en misa todavía.

martes, 12 de diciembre de 2006

Está el sol infiltrado de tinieblas


Hoy sí que tirito. El sol se ha declarado en huelga de rayos caídos y no hace el menor esfuerzo por quitarse las legañas de nubes que le impiden abrir los ojos. Me rebelo, pienso más rápido que de costumbre, a ver si al menos mi cabeza logra entrar un poco en calor. Pero un centrifugado de ideas no es cosa muy cabal, dificilmente saldrá de ello algo potable y digerible. La estética y el frío deben relacionarse con bufanda de por medio. O mejor con mesa camilla y brasero, como los Baroja de antes y boina rancia calada. El que inventó la escritura automática debía de estar amenazado de congelación...

lunes, 11 de diciembre de 2006

Humor


Me he planteado si este blog es demasiado serio. No sé, el humor me gusta, y de alguna manera debería reflejarse en lo que escribo, si es un rasgo auténtico, si pertenece a mi modo de ser. Claro que hay formas y formas de humor. De pequeño me atraían esos chistes sin palabras que aparecían en tebeos ya antiguos; luego se los vi también a Mingote: tipos en medio del desierto con (como) una regadera y cosas que hacían pensar al mismo tiempo que provocaban la cosquilla de una sonrisa. Es lo primero que me ocurre al ver esta obra de Chema Madoz, aunque luego se sucede la pregunta y la reflexión. Si la risa conduce a algo más profundo se convierte en una puntada que hilvana nuestra vida, y la coherencia permanece y fluye...
Anda que... más de uno estará pensando: ¿y esto es un post sobre el humor? He olvidado decir que dejo de ser gracioso cuando lo pretendo... y por eso no lo pretendo nunca.

domingo, 10 de diciembre de 2006

Adviento

Con retraso cae uno en la cuenta: viene Dios. ¿Y a qué viene? ¿A inmiscuirse en mi vida, a decirme lo que debo hacer, a lograr que me sienta mal conmigo mismo? Pues la verdad es que viene a traerme lo que me falta, lo que me está faltando desde hace tiempo. No, no me trae tiempo, que siempre me resulta tan escaso, sino contenido. Me trae sustancia para que mi tiempo no consista en horas perdidas, haga lo que haga, porque me empeño denodadamente en atesorar para mí y para ahora, con un estrés creciente, en lugar de mirar a los demás y a Él, y con menos cálculos de eficacia y productividad.
Puede que todavía no sea tarde, aún puede encontrarme medianamente preparado. A ver si esta vez no me resisto y me dejo regalar, porque si no, ¿qué voy a dar yo el resto del año?

martes, 5 de diciembre de 2006

Esclavos de la libertad


"El nuevo totalitarismo puede sentirse orgulloso: ha logrado destruir la sociedad, haciendo además creer a los damnificados que son más libres, cuando en realidad no son sino despojos arrojados a una trituradora de almas". Esto escribía ayer Juan Manuel de Prada, y lo suscribo en el fondo, mientras lo envidio en la forma. Tiene una triste gracia que cuando más nos hacen creer en nuestra libertad, nos encontremos más sometidos, aunque sea a nuestras propias pasiones, y a las que nos son inducidas por vía televisiva. Decía Séneca que no hay hombre más poderoso que aquel que es dueño de sí mismo. Eso ya no se lleva. Ser libre hoy es dejarse llevar, someterse al sentimentalismo más instintivo, sujetar la razón a la emoción y confiar todas las ilusiones al logro de una sensación gratificante. Cuanto más prime el instinto, más semejantes seremos a los animales, y por tanto más manipulables, sobre todo dada nuestra condición social. O habrá que decir gregaria.

lunes, 4 de diciembre de 2006

Mirarse al espejo


La vida tiene inercias que nos pasan desapercibidas. Es necesario parar y volver adentro o volverse del revés para caer en la cuenta de que... existimos, envejecemos, somos frágiles y mortales, nos asusta casi todo. Este examen no puede ser continuo, si no se quiere desembocar en diversas patologías o agujeros. Pero, realizado de vez en cuando, nos pone en nuestro sitio. Y, una vez allí, nos asalta la duda de qué sitio es ese. ¿Voy o vengo? ¿Subo o bajo? ¿Espero o desespero? Si todo fuera fácil, nada tendría sentido, por la inutilidad de buscarlo. Sin embargo, esa incertidumbre roedora, ese dolorcillo impertinente... nos empujan a algo, y hay un momento para mirar el espejo, breve, antes de seguir la vida hacia delante.

miércoles, 29 de noviembre de 2006

Abstracciones


Me gusta Kandinsky, lo cual no quiere decir que lo comprenda, lo que a su vez no significa que no me diga algo, aunque esto no implique que esté en lo cierto, pese a que todo lo anterior, y el propio Kandinsky, sean verdad.
De vez en cuando lo que mejor nos representa es un montón de garabatos. Más aún: la mayoría de las veces no podría trazar una imagen perfecta y bien definida de mí mismo. Apenas acertaría a esbozar unas líneas curvas y rectas, casi siempre con límites inciertos, como a medio hacer, aunque con puntuales notas de color. Quizá el mundo exterior sea más fácil de representar que uno mismo, y será por eso que los abstractos prefieren mirar hacia dentro, a lo difícil. ¿O será más sencillo hacer cuatro garabatos con un presunto sentido profundo? Puede que yo sea simple entonces, o al contrario, muy complejo. Lo cierto es que me reconozco en Kandinsky. Y eso que lo más seguro es que no pensara en mí cuando pintaba. Cosas de lo abstracto.

martes, 28 de noviembre de 2006

Fugacísimos

A ver, cuánto están dispuestas a durar estas palabras mías en esta ventana luminosa, propensa al disparate y a la saturación. Qué queda de nosotros, sino un rayo de luz en el pensamiento de alguien a quien hemos olvidado hace tiempo, pero que busca en su baúl -imagen sobada, lo sé- aquella carta que recibió por error un día que se perdió entre otros muchos.
La memoria me tiene esclavo de intentos de persistir, que serían desesperados si no hubiera otra vida más sólida que ésta. Sé hace años que no hay leyenda mejor grabada que la que encuentra su asiento en el corazón humano. Si lo conseguimos, siquiera sea en un caso, habrá valido la pena el esfuerzo. Mientras tanto, arrojaré millones de palabras a la papelera del tiempo, espero que con la utilidad de ser abono para otros.

domingo, 26 de noviembre de 2006

La realidad


Parece siempre que lo que se opone a la realidad es el deseo. Sí y no. Lo que ocurre es que la realidad está incompleta, siempre le falta algo, y ahí es donde el hombre tiene ocasión de lucirse. El fatalismo, tan de moda, me fastidia bastante. Ese pensar que las cosas ocurren así, y no se puede hacer nada. Pero lo que más me molesta es que la resignación se reserva sólo para las cosas verdaderamente importantes. Porque, si me aparcan en doble fila y no me dejan salir, despierto al vecindario con el claxón, saco la fiera que llevo dentro, llamo a la grúa... lo que haga falta. Si contemplo la ruina de un matrimonio... es como si miro las de la patria mía... me lamento, y ya está. O le grito al Gobierno que él haga algo.
Como le recordé a alguien, es una verdad como un templo lo que decía San Pablo -después de hablar del amor, precisamente- de que en este mundo no vemos las cosas como son. Nos quedamos con el decorado, nos dejamos hipnotizar por el cartón piedra... todo eso que el día de mañana se vendrá abajo para dejarnos ver las cosas como realmente son. Y entonces diremos: la felicidad estaba tan cerca, con sólo haberme esforzado un poco más...
El hombre está hecho a imagen de Dios. Esto quiere decir que, como su Creador, puede ser creativo; que, como Aquel que le ha hecho por amor, él puede también amar, e ir introduciendo amor en el mundo, como una prolongación siempre viva del primer acto creador. Pero eso que puede hacer gracias a que es libre, puede también dejar de hacerlo en virtud de lo mismo. Entonces, la realidad será mero escenario de avatares para los que no encontramos sentido, y nuestra huella en el mundo será ninguna. Siempre lo diré: la realidad sin esperanza es mentira. Huyo de los finales tristes que alaban los críticos. Sin esperanza no me creo la realidad, no me creo este mundo.

viernes, 24 de noviembre de 2006

Pendientes de un hilo


Tenía la buena costumbre -antes de que el camino se fuese erizando de barriadas hostiles- de subir andando al castillo que domina mi ciudad, y contemplar desde su altura las calles y edificios por donde se desarrollaba mi vida cotidiana. Hacerlo a aquella distancia me otorgaba una visión distinta de las cosas: todo era más pequeño, casi diminuto, minimizado por un sencillo ejercicio de alejamiento. Y sentía alivio. Porque la mayor parte del tiempo vivimos con la nariz pegada a los problemas, pendientes de un hilo o caminando en el filo de la navaja. La tensión nos encrespa y nos vuelve adustos e irascibles. Cuando el cuerpo y la mente dicen basta, es preciso recuperar la realidad de las cosas. Y ello implica ser conscientes de nuestra menudencia, y de que lo que nos altera y angustia es bastante relativo mirado desde una cierta distancia. Echo de menos mis paseos, y ahora, cuando una ventana me lo permite, busco nubes y horizontes, rastros de naturaleza no esquilmados por el hormigón, una posibilidad de escape que avive el recuerdo de que la vida no es sólo una cuerda en tensión permanente. Puede que todo sea pura y simple necesidad de Dios.

jueves, 23 de noviembre de 2006

Galaxias que chocan


Parece que de verdad somos tan pequeños. Es como remover un café con nata y sirope, y pensar por un segundo que en la más pequeña de esas partículas se encuentra el sistema solar que nos cobija. Casi nada. Y Dios cuenta cada pelo que se nos cae... Desde luego, en la idea que tenemos de lo que sea un Dios no se nos ocurre pensar que se dedique a tales vulgaridades. Está claro que la criatura cada vez se halla más lejos de su Creador, que ni lo entiende ni lo conoce, y sólo es seguro que lo necesita. Si a Dios se le cayera un pelo me aplastaba... y vaya cómo paso de fijarme.
Son patéticos los esfuerzos de algunos por atacar la religión, je, como si hiciera falta, ya dejamos de creer solos. Pero patéticos sobre todo porque ante el que de verdad se ha encontrado con Dios no pueden hacer nada. Ahí la vida humana adquiere, ella también, la magnitud de galaxias que chocan. Sólo se puede mirar con reverencia el espectaculo.

miércoles, 22 de noviembre de 2006

Atisbos de amor


Veo que hablar de amor desconcierta, que a pesar de lo sobado de la palabra, sólo se conoce su superficie. Sí, todo el mundo tiene experiencia de amor, mayor o menor; pero a menudo ni sabe lo que se trae entre manos. Todo se vive demasiado en el nivel sensible y menos en el proyectivo y futurizo, como diría Julián Marías. Compromiso es una palabra que para muchos recuerda la figura de un ancla o un lastre; prefieren el vuelo de las aves, aunque estas carezcan de libertad.
¿Y qué se yo de amor? Pues en "El apartamento", de Billy Wilder, al final, el pobre Jack Lemmon, después de todo un calvario, se deja pegar por la chica que ama. No hace daño a nadie, no arrasa una ciudad ni da grandes voces. Sólo pone la mejilla para recibir un golpe que no le correspondía, y deja con su gesto una de las escenas más hermosas y sencillas de la historia del cine. Así es el amor verdadero: modesto, cotidiano, dispuesto a todo sin alharacas. Con un poco de atención, podemos atisbarlo en pequeños detalles; merece la pena buscarlos y cultivarlos como lo más valioso que el hombre puede sacar de sí mismo.

Iniciativa otoñal


En este otoño no del todo frío y no del todo desabrido, se me ocurre pasar de ser navegador a ser navegable. Que a nadie se le escapen los escollos que pueda ocultar la singladura, no soy fácil. Tampoco dócil, aunque algunos lo piensen. Y digo esto porque la definición negativa siempre es la más cómoda, no arriesgo nada con ella.
El riesgo está hoy en ser políticamente incorrecto, y que de eso no quepa duda aquí. Ignoro lo que durará la aventura; pero está claro que el mar sigue ahí, aunque calle. Y al lobo se le supone siempre, aunque sólo a veces lo soliviante la luna.