domingo, 9 de diciembre de 2007

Cartas desde Iwo Jima


Querido Clint:

Me has paseado por paisajes lunares, terrosos y black and white. Me has puesto a vociferar en japonés con cara chino. Me has dado un mauser de escaso alcance y puntería para matar lo menos diez enemigos antes de que me maten o me inmole. Y lo peor es que todo esto fue de verdad antes de ser de mentira en tu película.

Ahora lo que yo tenía eran preguntas: ¿De verdad el hombre puede estar tan desvalido como lo muestras, o todavía más? ¿De verdad la esperanza no cabe en una cueva, y sí los recuerdos zumbones y puñeteros? ¿De verdad todos somos malos y buenos, pero sobre todo eso? ¿De verdad esperas que me emocione con un muerto rendido, un piano punteado y una playa de ceniza? ¿De verdad esperas que tu vida ya anciana sea vida para otros, o quieres compartir tu vecindad con la muerte? ¿De verdad?

Bueno, te dejo, que se aproximan lanzallamas.

5 comentarios:

Ángel dijo...

Hoy no me apetece profundizar en los océanos.

Eso te pasa por ver el cine de Clint Eastwood. El único aliciente de sus últimas películas es poder ver a Morgan Freeman con un agujero en un calcetín (vid. "Million Dollar Baby").

Harto, me tiene.

Stepario dijo...

Como dijo Ortega, lo peor que nos pasa es que no sabemos lo que nos pasa. Y a partir de ahí ya te puedes imaginar.

Clint Eastwood es la consecuencia. Y tú, amigo mío, la causa.

laura dijo...

Muchas cartas se escribieron desde Iwo Jima, pero al final la peli no es para tanto. Me resultó incluso lenta para ser una película de guerra, será porque la estoy comparando con su alter ego, "Banderas de nuestros de padres", ese despilfarro de tiros y patriotismo americano.

No obstante resulta una obra maestra si la comparamos con la película que, aprovechando que la ponían en la tele, se me ocurrió ver a continuación: "La sonrisa de Mona Lisa", de la que obtuve dos conclusiones muy claras:

1ª) Resulta absurdo que todas las chicas estén caracterizadas acorde con los años 50 excepto Julia Roberts, la profe progre.
2ª) Me encantan los peinados de ondas, las cinturillas altas y las faldas vaporosas de esa década, a mi que me tocó nacer en los 80, paradigma de la horterada.

Stepario dijo...

Lo más curioso es imaginarse a Julián Marías por aquellos pagos, porque dio clase en esos años a las niñas pijas de Wellesley. Viendo las fotos que hizo, el maquillaje de la época era menos matizado también, labios muy rojos. Y D. Julián no se parecía precisamente al italiano de la peli.

A mí también me encanta la década de los cincuenta, la última de puro cine clásico.

Marta dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.