viernes, 24 de noviembre de 2006

Pendientes de un hilo


Tenía la buena costumbre -antes de que el camino se fuese erizando de barriadas hostiles- de subir andando al castillo que domina mi ciudad, y contemplar desde su altura las calles y edificios por donde se desarrollaba mi vida cotidiana. Hacerlo a aquella distancia me otorgaba una visión distinta de las cosas: todo era más pequeño, casi diminuto, minimizado por un sencillo ejercicio de alejamiento. Y sentía alivio. Porque la mayor parte del tiempo vivimos con la nariz pegada a los problemas, pendientes de un hilo o caminando en el filo de la navaja. La tensión nos encrespa y nos vuelve adustos e irascibles. Cuando el cuerpo y la mente dicen basta, es preciso recuperar la realidad de las cosas. Y ello implica ser conscientes de nuestra menudencia, y de que lo que nos altera y angustia es bastante relativo mirado desde una cierta distancia. Echo de menos mis paseos, y ahora, cuando una ventana me lo permite, busco nubes y horizontes, rastros de naturaleza no esquilmados por el hormigón, una posibilidad de escape que avive el recuerdo de que la vida no es sólo una cuerda en tensión permanente. Puede que todo sea pura y simple necesidad de Dios.

9 comentarios:

Ángel dijo...

Resulta cuanto menos paradójico que muchas veces tengamos que alejarnos de las cosas para apreciarlas mejor.

Toda una vida dedicada a rebatir a Einstein, y al final va a llevar razón: el Espacio es relativo y, a juzgar por la hora a la que Stepario escribe sus entradas, también el Tiempo.

Stepario dijo...

Querido Ángel, el tiempo sólo es relativo en mi blog, y no hay explicaciones filósoficas para ello, ni se debe a que la absenta me inspire de madrugada... Ocurre que hace veinte minutos que colgué el post, pero mi propio blog me acusa de trasnochador. Supongo que son cosas de novato, pero si así agiganto mi leyenda...

Ángel dijo...

En tiempos pasados, épocas de oscurantismo y tiniebla, una conversación entre Inocencio X y James Stewart hubiera acarreado serios problemas, al menos de índole burocrática. Convendrás conmigo en que, al menos eso, es una ventaja postmoderna.

No te preocupes por lo del Tiempo. El día en que tu leyenda empiece a acusar síntomas de gigantismo y elefantiasis me lo dices y te soluciono el problema.

Prosigo con mi investigación sobre la relación entre "absenta" y "absentismo".

Stepario dijo...

Como todo es relativo, hubiera dependido de qué Stewart se tratara: el estresado de Colorado Jim, el caradura de Dos cabalgan juntos, o el borrachuzo de Harvey. Pero en realidad me identifico con él porque fue héroe de guerra y paso toda la vida con su esposa, así que no hubiera tenido problemas para dialogar con un Papa, aunque este padezca de un tic inquietante...

Stepario dijo...

Gracias por recordarme lo esencial, Adrienne. El otro día estuve a punto de utilizar El beso, de Klimt... veo que la educación sentimental de nuestro tiempo tiene más lugares comunes de lo que sospechaba. Los encuentros o encontronazos en un blog pueden ser de lo más revelador.

Anónimo dijo...

Tenemos la Tierra tan, tan cerca... que estamos dentro de ella. Y sin embargo, únicamente somos capaces de comprenderla, de entenderla esférica, flotando en el espacio, zambullidos en el abismo del Universo, desde la distancia.

Stepario dijo...

Buen ejemplo el de la Tierra. Tampoco el hombre se puede comprender sin Dios. Como dice San Pablo, "ahora vemos oscuramente, como en un espejo; sólo entonces veremos cara a cara".

Terzio dijo...

Dices: "...echo de menos mis paseos..."

Yo te pregunto: ¿No echarás de menos tus "subidas"?

Con perdón por la intromisión...

P.s. ¿Eres de Almería, y visitaste el Castillo el día de la Santa?

+T.

Stepario dijo...

No soy de Almería, y asocio la romería -con perdón- a peste de sardinas y muchedumbre, cosas a las que no soy muy devoto.
Efectivamente: echo de menos mis subidas. Y quizá me lamento tontamente porque pienso que hay que subir para encontrarlo.