jueves, 22 de mayo de 2008

En el Valle de Elah


Paul Haggis debe de ser un tipo bastante listo. Gracias a Crash ganó el óscar a la mejor película y al mejor guión. Además le debemos los guiones, entre otras, de Cartas desde Iwo Jima y Million Dollar Baby. En su última película, En el Valle de Elah, vuelve a repetir múltiples facetas, que también le han sido reconocidas. Es un cine inteligente, lleno de cargas de profundidad, que sabe aprovechar a través de la hábil dirección de excelentes actores.

En esta última película se cuenta una historia vinculada a la guerra de Irak, pero que se desarrolla en Estados Unidos. Un padre –Tommy Lee Jones, cada vez más surcado de tristezas– busca a su hijo, que ha vuelto de aquel conflicto como un veterano invisible. Su dolor y el de su madre –la siempre increíble Susan Sarandon– crecen a lo largo de la historia, con subrayados que son casi siempre silencios, miradas perdidas, ansiedades que tratan de espolear esperanzas que exhalan su último suspiro. Colabora en la búsqueda una policía que arrastra su propio saco de problemas, una Charlize Theron que no parece ella, sino una chica cualquiera o una estrella apagada. Las implicaciones humanas son tremendas y terribles, y los esfuerzos se ven recompensados con la confirmación de una tragedia que deja de parecer humana.

Es una película que va más allá de lo político o lo policíaco, y retrata el dolor de las personas. Un dolor que arrastra los pies por un pasillo con el peso del mundo bebiéndose los corazones. Un dolor que en cada gasolinera o lavandería quiere ver lo que ya no existe. Un dolor que clava su dedo en el pecho para sobresaltar a media noche al que estaba rendido. Un dolor que se agiganta en la desesperación de quien ha dejado de comprender.

Pero los hombres se sobreponen, y desde el dolor y la incomprensión piden ayuda. No era preciso el subrayado final, ya sabíamos que sólo Dios podía acudir en su auxilio.

5 comentarios:

laura dijo...

Vaya, esta tarde estás inspirado. Me ha encantado la entrada, es muy poética.

La película es muy recomendable, dura, pero muy buena.

Paloma dijo...

Pues me has dejado con la miel en los labios, y no solo porque me acabo de tomar una cucharadita para mi pobre garganta enferma..., sino también porque he disfrutado con tu comentario, que me incita a ver pronto la peli. Gracias

Stepario dijo...

No te tomes literalmente mi comentario, Paloma. Lo de Dios lo he añadido yo porque el punto final al que llegan los personajes no tiene otra salida para un creyente. ¿Quién si no Dios puede atender semejante llamada de socorro? Es la llegada a ese punto lo que se cuenta en la película, y es una historia muy dura.

Méjorate pronto.

Ángel dijo...

No la he visto, y al paso que voy, ese va a ser mi comentario comodín en este blog.

Ayer vi "Fanny y Alexander" y me dio mieditis. Así no hay forma.

Stepario dijo...

No se puede ver a Bergman más que con un estado de ánimo próximo a la exultación, y siempre y cuando uno quiera librarse de él.