martes, 5 de diciembre de 2006

Esclavos de la libertad


"El nuevo totalitarismo puede sentirse orgulloso: ha logrado destruir la sociedad, haciendo además creer a los damnificados que son más libres, cuando en realidad no son sino despojos arrojados a una trituradora de almas". Esto escribía ayer Juan Manuel de Prada, y lo suscribo en el fondo, mientras lo envidio en la forma. Tiene una triste gracia que cuando más nos hacen creer en nuestra libertad, nos encontremos más sometidos, aunque sea a nuestras propias pasiones, y a las que nos son inducidas por vía televisiva. Decía Séneca que no hay hombre más poderoso que aquel que es dueño de sí mismo. Eso ya no se lleva. Ser libre hoy es dejarse llevar, someterse al sentimentalismo más instintivo, sujetar la razón a la emoción y confiar todas las ilusiones al logro de una sensación gratificante. Cuanto más prime el instinto, más semejantes seremos a los animales, y por tanto más manipulables, sobre todo dada nuestra condición social. O habrá que decir gregaria.

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