domingo, 10 de diciembre de 2006

Adviento

Con retraso cae uno en la cuenta: viene Dios. ¿Y a qué viene? ¿A inmiscuirse en mi vida, a decirme lo que debo hacer, a lograr que me sienta mal conmigo mismo? Pues la verdad es que viene a traerme lo que me falta, lo que me está faltando desde hace tiempo. No, no me trae tiempo, que siempre me resulta tan escaso, sino contenido. Me trae sustancia para que mi tiempo no consista en horas perdidas, haga lo que haga, porque me empeño denodadamente en atesorar para mí y para ahora, con un estrés creciente, en lugar de mirar a los demás y a Él, y con menos cálculos de eficacia y productividad.
Puede que todavía no sea tarde, aún puede encontrarme medianamente preparado. A ver si esta vez no me resisto y me dejo regalar, porque si no, ¿qué voy a dar yo el resto del año?

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