lunes, 6 de octubre de 2008

Tierras de penumbra


C. S. Lewis, conocido como autor de Cartas del diablo a su sobrino o Las crónicas de Narnia, entre otras obras, era además un reputado profesor de Oxford cuando, ya maduro, conoció y se enamoró de una escritora americana, Helen Joy Gressan. Su breve matrimonio fue truncado por la muerte de ella, lo que sumió a Lewis en una profunda aflicción de la que sólo la fe, ayudada por la razón, le pudo sacar. La historia fue llevada bellamente al cine por Richard Attenborough en Tierras de penumbra, con Anthony Hopkins y Debra Winger como protagonistas.

La película es valiosa, hondamente humana y sencilla, a pesar –o precisamente por ello– de que sus protagonistas son personas intelectualmente insignes y el ambiente en que se mueven el de la más alta cultura. Es una película que habla de la fe, del amor y del dolor, e indaga en sus mutuos vínculos.

Pero mejor que en la película estos vínculos se descubren en el librito que Lewis escribió en su esfuerzo por enfrentarse al desgarro que le produjo la muerte de su esposa, titulado Una pena en observación. En esta obra Lewis reflexiona desde la posición de un creyente que piensa, como suele ocurrir, que Dios le manda cosas para ponerlo a prueba: «Claro que lo de “enviadas para probarnos” conviene entenderlo a derechas. Dios no ha estado ensayando un experimento sobre mi fe o mi amor con vistas a poner en claro su calidad. Esa calidad ya la conocía. En este juicio Dios nos obliga a ocupar al mismo tiempo el banquillo de los acusados, el escaño de los testigos y el tribunal. Él siempre supo que mi templo era un castillo de naipes. Su única manera de metérmelo en la cabeza era desbaratarlo».

Lewis descubrió, en la conmoción que le produjo la muerte de su mujer, que estamos hechos de frágil barro, y que ni nuestras firmes convicciones ni nuestros apasionados amores son nada al lado de la magnanimidad y misericordia de Dios. Débiles criaturas, debemos volver al Creador para que la vida no se nos venga abajo en un trance doloroso. Lo inteligente, pensaba Lewis, es descubrir en el dolor razones, que generalmente obviamos, para alimentar nuestra fe.

En cuanto al matrimonio, esta misma reflexión contribuía a iluminar sus sombras: «Escribía la otra noche que la aflicción no es el truncamiento del amor conyugal sino una de sus fases regulares, como lo es la luna de miel. De lo que se trata es de vivir el matrimonio cabal y fielmente también a través de esta fase. Si duele –y claro que duele– hay que aceptar tal dolor como un elemento inherente a esta fase. No pretender esquivarlo a costa de la deserción o el divorcio, de matar al muerto por segunda vez».

El hombre verdaderamente listo, como era Lewis, es capaz de religar inteligencia y amor, amor y fe. Eso no le librará del dolor, pero su vida será más plena, y tendrá sentido.

11 comentarios:

Ángel dijo...

Pero a ver... esa película no está editada. ¿Es una reflexión muy a posteriori o directamente te has pasado al pirateo?

Stepario dijo...

No sé qué quieres decir con "editada", a lo mejor ahora tienes esa jerga, pero en la del cine significa (en mala traducción) montada. La película es del año 1993, que hay que decírtelo todo.

Stepario dijo...

Pensándolo bien, si te refieres a que no ha salido en dvd, pues... sólo hablaré en presencia de mis abogados.

Ángel dijo...

Pareces olvidar que yo soy uno de tus abogados. El otro, un tal Sèglers, no tardará en llegar.

laura dijo...

El sufrimiento de hoy es un ingrediente necesario para la felicidad del mañana.

La película gira en torno a esta idea, y es preciosa.

Stepario, cuando me explicaron el delito de receptación en Penal me pusieron como ejemplo la compra de CDs piratas. Sí, creo que debes requerir la presencia de tus abogados Ángel&Sèglers, que creo son una versión mejorada de Morgan&Stanley.

Stepario dijo...

Eso lo dices porque no conoces a Sèglers...

Al final siempre nos vamos del asunto principal.

laura dijo...

A mí no me mires, la culpa es de Ángel.

Stepario dijo...

A ti sí te miro, pero no por lo que diga Ángel...

Fran dijo...

Es verdad, no nos libramos del dolor. Y creemos que huyendo vamos hacia la felicidad. Cuando precisamente la llave del enigma es la cruz.

El comercio con dvd piratas es delito pero bajar de internet películas no es delito si no se va a comerciar con esto. Creo que es así. (Si no es así yo soy una gran delincuente)

Anónimo dijo...

Quizás sea una coincidencia, quizás esté equivocado, pero quizás esté en lo cierto y esta película que me recomendó un profesor muy querido por mí sea de las pocas que me han enseñado a no tener paciencia por amar.

Anónimo dijo...

En mi pàgina web hay un mensaje sobre C.S. Lewis que les puede interesar, se titula «Un niño perenne:

http://www.tbye.net/elbenz/unninoperenne.htm

Saludos

Elias Benzadon