domingo, 22 de noviembre de 2009

La vida que desborda


La vida es un simposio (no precisaré de qué). En un simposio cualquiera, celebrado en una universidad a orillas del mar, asiste uno a ponencias deslumbrantes y a fraudes conferenciales; participa uno de aplausos y bostezos; se huye del sueño que nos alcanza, y no acaba de alcanzar los sueños que siempre nos rehúyen; comenta puntos de vista doctrinales, y pone a la vista de todos algunos puntos (o verrugas) de la doctrina; se ríe de cualquiera y de uno mismo, pero más de los primeros; se entera de cosas que no sabía, y sobre todo se entera de que no sabe prácticamente nada; se vuelve a encontrar a personas que apreciaba, a otras que menos, y a algunas no las encuentra, pero siempre hay novedades interesantes.

Todo comienza con un viaje iniciático, y el regreso es un viaje agónico. La maleta vuelve llena de nuevas perspectivas, porque la vida no se agota, se agota uno antes. Y en compartimentos olvidados, se oyen risas; en baúles cerrados, bullen ideas; en rincones oscuros, brilla una luz misteriosa. La vida suma y sigue, continuamos descubriendo nuevos pasadizos, abriendo puertas que permanecían ocultas, saludando rostros desconocidos que nos reflejan y que resultan ser compañeros de trayecto o de celda o de existencia. La casualidad, el azar, lo imprevisible forman parte de este trajín vital que nos traemos entre manos. Ya dijo Julián Marías que la vida humana es incierta. Y la incertidumbre nos desborda.

5 comentarios:

Ángel dijo...

Estoy totalmente de acuerdo contigo, pero yo añadiría los fraudes deslumbrantes y las migas conferenciales.

Fran dijo...

Y además de todo esto yo me siento como en Matrix. No se si bajarme y quedarme en mi realidad manejable. Un poco menos incierta.

Stepario dijo...

Mátrix es cómodo, anestésico... pero, a largo plazo, venenoso.

Algo parecido ocurre con las migas.

Anónimo dijo...

Te ha quedado un ritmo muy pausado, muy poético.
Cristina.

sinretorno dijo...

Almería???????, no sea mayor antes de tiempo....un consejo