viernes, 31 de julio de 2009

Buster Keaton


Anoche fuimos a un acto cultural que ofrecía la bella ciudad de Pamplona, que nos acoge estos días. Se trató de una proyección cinematográfica, “El héroe del río”, de Buster Keaton, con acompañamiento de piano, como en el tiempo en que se estrenó, 1928. Fue una experiencia muy estimulante, pero al poco rato se nos olvidó la cultura, el piano y la pose erudita para desternillarnos de risa, sin más, con el resto del auditorio.

Porque Buster Keaton fue un genio indiscutible al que, en su tiempo, le negaron el pan y la sal, y lo frustraron hasta el punto de que interrumpió su brillante carrera por culpa de la bebida. Una pena, humanamente hablando, y una desgracia para el cine y la cultura en general, por lo mucho que podía haber hecho todavía. Su humor surrealista, inagotable, y sobre todo físico, sigue plenamente vigente, como se comprobó anoche, cuando la gente lloraba de risa viendo sus gags. Se le llamó Cara de palo, o de piedra, pero en realidad todo el cuerpo lo tenía así, porque desde los tres años se aficionó a darse trompadas, y me consta que una vez se rompió hasta el cuello, imagino que para jolgorio del respetable.

Pero, más allá de las anécdotas, hay que celebrar a un genio del cine, y la mejor forma es seguir viendo sus películas.

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