Peter Sellers, además del alter ego de mi amigo Ángel, muy secundariamente fue un actor británico inmensamente popular, sobre todo por su encarnación del inspector Clouseau en “La pantera rosa”, paradigma del desastre con patas, luego tan imitado.
Pero sus méritos van más allá. Por citar algunos, siendo aún joven, formó parte del legendario “Quinteto de la muerte” (Alexander McKendrick, 1955), malvada pandilla de delincuentes que tuvo a gala morir, uno tras otro, a manos de una desvalida anciana. Más tarde ofreció una nueva exhibición del caos, versión hindú, en “El guateque” (Blake Edwards, 1968), interpretando al mejor invitado arruinafiestas que se pueda imaginar, con sufrimiento pre-miccional incluido, sólo superado décadas después por el pobre abuelo Simpson. Entre medias, se había consagrado como rey de la comedia con las películas de la saga Clouseau, “Qué tal Pussycat”, o “Casino Royale”, a cual más delirante.
Consiguió incluso nominaciones al óscar, cuando asumió varios roles en la disparatada “Teléfono rojo: volamos hacia Moscú” (Stanley Kubrick, 1964), y en la más tranquila y póstuma “Bienvenido, Mr. Chance” (Hal Ashby, 1979). No obstante las apariencias, este hombre tan gracioso y alocado dentro de la pantalla, estaba de verdad loco y no tenía ninguna gracia fuera de ella. Egocéntrico y maníaco, hacía la vida imposible a quienes lo rodeaban, como reflejó Geoffrey Rush en un reciente biopic.
Se lo creyó, vamos, lo de rey de la gracieta. Ángel, ándate con ojo.
Pero sus méritos van más allá. Por citar algunos, siendo aún joven, formó parte del legendario “Quinteto de la muerte” (Alexander McKendrick, 1955), malvada pandilla de delincuentes que tuvo a gala morir, uno tras otro, a manos de una desvalida anciana. Más tarde ofreció una nueva exhibición del caos, versión hindú, en “El guateque” (Blake Edwards, 1968), interpretando al mejor invitado arruinafiestas que se pueda imaginar, con sufrimiento pre-miccional incluido, sólo superado décadas después por el pobre abuelo Simpson. Entre medias, se había consagrado como rey de la comedia con las películas de la saga Clouseau, “Qué tal Pussycat”, o “Casino Royale”, a cual más delirante.
Consiguió incluso nominaciones al óscar, cuando asumió varios roles en la disparatada “Teléfono rojo: volamos hacia Moscú” (Stanley Kubrick, 1964), y en la más tranquila y póstuma “Bienvenido, Mr. Chance” (Hal Ashby, 1979). No obstante las apariencias, este hombre tan gracioso y alocado dentro de la pantalla, estaba de verdad loco y no tenía ninguna gracia fuera de ella. Egocéntrico y maníaco, hacía la vida imposible a quienes lo rodeaban, como reflejó Geoffrey Rush en un reciente biopic.
Se lo creyó, vamos, lo de rey de la gracieta. Ángel, ándate con ojo.
5 comentarios:
Lástima de biopic, con lo que pudo ser y casi fue...
En cualquier caso no es mi alter ego. Es uno de ellos. Los otros están mucho más cuerdos.
Siempre he sido fan de "La pantera rosa", y con "El guateque" me reí un montón, bueno, también lo pasé fatal, por Dios, qué cúmulo de desgracias.
No te quejes Ángel, a mi nunca me han honrado con una mención especial en un post. Además, he tenido alter ego peores, por ejemplo, personajes de dibujos animados (y tan orgullosa que estoy), y, sin ir más lejos, nuestro anfitrión está últimamente muy identificado con otro Peter (Petrelli). Tendremos que hacérnoslo mirar.
Hay dos tipos de alter egos: los libremente elegidos, que manifiestan nuestros más viles deseos; y los cobardemente impuestos, que muestran los deseos de los más viles.
Yo no soy Peter Petrelli, ni James Stewart, ni Gary Cooper. Pero si alguien me los quiere imponer...
Si es que está el mundo lleno de viles...Y tú te has casado con uno de ellos.
Esta mañana no vuelvo a pasar por aquí, he tenido una ración más que suficiente de susceptibilidad.
No soy yo el susceptible, no hacía más que un tirabuzón retórico para recibir lo que quiero, sin que pareciera que lo quería (ni que lo recibía).
Ay, voy a tener que ir preparando otro homenaje...
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