La vida tiene inercias que nos pasan desapercibidas. Es necesario parar y volver adentro o volverse del revés para caer en la cuenta de que... existimos, envejecemos, somos frágiles y mortales, nos asusta casi todo. Este examen no puede ser continuo, si no se quiere desembocar en diversas patologías o agujeros. Pero, realizado de vez en cuando, nos pone en nuestro sitio. Y, una vez allí, nos asalta la duda de qué sitio es ese. ¿Voy o vengo? ¿Subo o bajo? ¿Espero o desespero? Si todo fuera fácil, nada tendría sentido, por la inutilidad de buscarlo. Sin embargo, esa incertidumbre roedora, ese dolorcillo impertinente... nos empujan a algo, y hay un momento para mirar el espejo, breve, antes de seguir la vida hacia delante.
lunes, 4 de diciembre de 2006
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1 comentario:
Mi consejo: bajar el volumen del exterior e intentar captar la frecuencia interna. De vez en cuando. Si uno empieza a oirse con demasiada nitidez, conozco un par de buenos psiquiatras que podrían hacerse cargo del asunto.
En cualquier caso, me gusta que hayas insistido en la brevedad cuando hablas de la labor introspectiva.
PS: la última entrada de mi blog va en esa misma línea.
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