Ver las noticias diariamente es un ejercicio que me hace sentir maestro de escuela, de los de antes, que examinaban de ortografía y gramática a los alumnos, vara en mano y ciento volando.
Hoy hemos oído que un encausado ha ido a los tribunales “a rendir cuentas con la justicia”. Al parecer, el criminal iba a coger a unos cuantos jueces del bracete para, todos juntos, encaminarse a una instancia superior (¿Dios?) que les pasaría factura por sus desmanes en esta vida. Vista irónicamente, la expresión es certera, pues está la justicia para pedir tantas disculpas como los delincuentes; pero no se caracterizan los informativos precisamente por su agudeza, de modo que habrá que achacarla a la incultura.
A pesar de su ignorancia, estos periodistas tienen un punto poético reseñable. No de otra forma se puede explicar su manifiesta inclinación al uso de tropos y figuras literarias propias de orfebres del lenguaje. Entre todas destaca la hipérbole, que habría que achacar en una tercera parte a su propensión a la exageración, y en las otras dos a su analfabetismo. Su nulo conocimiento de la Historia les permite exaltar lo que es flor de un día con expresiones como “record mundial” (aunque haya varios empatados en el logro), “nunca antes” (una de las frases preferidas de algún periodista deportivo, que no deja de proferir cada día), estar “absolutamente destrozado” (por una derrota futbolística o por un accidente).
En realidad, los periodistas deportivos y sus patrañas merecen entrada aparte, la dejaremos para otro día.
Hoy hemos oído que un encausado ha ido a los tribunales “a rendir cuentas con la justicia”. Al parecer, el criminal iba a coger a unos cuantos jueces del bracete para, todos juntos, encaminarse a una instancia superior (¿Dios?) que les pasaría factura por sus desmanes en esta vida. Vista irónicamente, la expresión es certera, pues está la justicia para pedir tantas disculpas como los delincuentes; pero no se caracterizan los informativos precisamente por su agudeza, de modo que habrá que achacarla a la incultura.
A pesar de su ignorancia, estos periodistas tienen un punto poético reseñable. No de otra forma se puede explicar su manifiesta inclinación al uso de tropos y figuras literarias propias de orfebres del lenguaje. Entre todas destaca la hipérbole, que habría que achacar en una tercera parte a su propensión a la exageración, y en las otras dos a su analfabetismo. Su nulo conocimiento de la Historia les permite exaltar lo que es flor de un día con expresiones como “record mundial” (aunque haya varios empatados en el logro), “nunca antes” (una de las frases preferidas de algún periodista deportivo, que no deja de proferir cada día), estar “absolutamente destrozado” (por una derrota futbolística o por un accidente).
En realidad, los periodistas deportivos y sus patrañas merecen entrada aparte, la dejaremos para otro día.
1 comentario:
Yo tuve en el colegio una de esas maestras de las antes, de las de vara en mano que se estrella contra el alumno.
Srta. Domi se llamaba, se jubiló el año que termine quinto de EGB, y llegué a sexto curso diciendo Castilla la Vieja y Castilla la nueva. No me quiero ni imaginar cómo se pondrá ella cuando vea el telediario.
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