La otra noche vi esta película, sin grandes pretensiones, y me dejó un sabor agradable. Me atrevería a decir que, si no fuera por sus generosas dosis de sexo, violencia y lenguaje malsonante, podría encuadrarse en el estilo Capra. Cuenta la historia de dos perdedores en una ciudad tan poco humana como Las Vegas. Tan deprimente es su condición que el uno (William H. Macy) trabaja de gafe para un casino famoso, mientras ella (Maria Bello), es camarera en el mismo… y lo que haga falta. Por azares de la vida, se enamoran, y él comienza a sonreír y deja de ser gafe para convertirse casi en una pata de conejo.
La historia contiene todo lo sórdido que he mencionado antes, pero también tiene humor, aunque me quedo con el amor. En un momento dado, ella descubre lo que ha surgido entre ellos, y lo confiesa más o menos así: «Creo que te quiero. No, estoy segurísima de que te quiero. Cuando me quise dar cuenta, me habías atrapado. Eso no se le hace a una chica». La cita no es literal, y mejora en la película. A mí me pareció una declaración sencilla, sincera y bonita.
Por su parte, él, en otro momento, le dirá a ella: «A partir de ahora, no vuelvas a mirarte en un espejo. Mírate en mis ojos, y te verás como yo te veo». Tiene sus motivos para decirlo, que no voy a revelar aquí, y en sus palabras late algo profundo y auténtico. A pesar de la catadura de los personajes y la circunstancia en que viven, la historia de amor es real, no se queda en la superficialidad de los sentimientos o la pasión: ambos se juegan la vida el uno por el otro, buscan su bien, se sacrifican y proyectan su vida en común.
No es una obra maestra, pero me encontré con esas cosas buenas, y os las cuento.
La historia contiene todo lo sórdido que he mencionado antes, pero también tiene humor, aunque me quedo con el amor. En un momento dado, ella descubre lo que ha surgido entre ellos, y lo confiesa más o menos así: «Creo que te quiero. No, estoy segurísima de que te quiero. Cuando me quise dar cuenta, me habías atrapado. Eso no se le hace a una chica». La cita no es literal, y mejora en la película. A mí me pareció una declaración sencilla, sincera y bonita.
Por su parte, él, en otro momento, le dirá a ella: «A partir de ahora, no vuelvas a mirarte en un espejo. Mírate en mis ojos, y te verás como yo te veo». Tiene sus motivos para decirlo, que no voy a revelar aquí, y en sus palabras late algo profundo y auténtico. A pesar de la catadura de los personajes y la circunstancia en que viven, la historia de amor es real, no se queda en la superficialidad de los sentimientos o la pasión: ambos se juegan la vida el uno por el otro, buscan su bien, se sacrifican y proyectan su vida en común.
No es una obra maestra, pero me encontré con esas cosas buenas, y os las cuento.
6 comentarios:
Si no fuera por sus generosas dosis de sexo, violencia y lenguaje malsonante también podría ser una película de animación de Walt Disney, por aquello de que la belleza está en el interior. De otra forma no se entiende cómo la camarera atractiva termina coladita por el gafe que no tiene ningún tipo de atractivo, bueno, habiendo visto la película me puedo imaginar otros motivos, pero está feo decirlos.
Muy feo. Sobre todo si pretendes hacerla pasar por una película de Disney.
Pues si la han estrenado en Jaén debe de andar por aquí, aunque no me suena haberla visto en cartelera.
Si sale William H. Macy estará bien, seguro.
La han estrenado en la 2, ya tiene tres o cuatro años.
Ehm... Sí, a eso me refería. A la cartelera televisiva. En Murcia la llamamos así.
Por cierto, hay un post semiserio en mi blog. El de mi perro comiendo natillas alcanzó los veintidós comentarios en menos de dos días. Igual que éste.
Tu modestia te honra. Si en vez del perro hubieras salido tú lamiendo el tarro de natillas, por lo menos hubieras alcanzado los veinticinco comentarios.
Está bien que cedas protagonismo al animal, incluso podrías dejarle escribir alguna entrada.
Publicar un comentario