No hace falta que presente a Britney Spears: cantante pop de carrera vertiginosa, que conoció el éxito muy joven y ha vendido millones de discos en todo el mundo. Alguno pensará que estoy tratando de atraer público al blog (los hay que desde la foto del escote no han vuelto a poner los pies por aquí). Nada más lejos.
Lo que ocurre es que la llamada princesa del pop lleva un tiempo siendo carnaza para los periodistas, que airean como desecho pestilente lo que queda de su destrozada vida privada, a los veintipocos años. Y no sólo los que se dedican a los programas del corazón, porque los noticiarios y demás pregoneros de morralla informativa se rebajan también a ese nivel. La muchacha chapotea en el charco de una vida personal calamitosa, con al menos un par de divorcios y un par de hijos en este mundo, que yo sepa, porque tampoco me he puesto a wikear para documentar esta entrada.
A mí me revienta mucho todo esto, porque a fin de cuentas la chica es una desgraciada que no ha tenido una familia que la sujete cuando el éxito se le ha subido a la cabeza, y sin educación ni criterio va dándose trompazos. Pero la razón de que escriba sobre este asunto es que me parece repugnante cómo se señala –de pequeño me enseñaron que estaba feo hacerlo– todo tropiezo de Britney Spears y se echa sal en sus heridas por los medios de comunicación en que todos abrevamos. Los mismos que, al minuto siguiente, hacen propaganda de tal o cual producto o comportamiento apropiado para la chica rebelde de hoy, «libre», desinhibida y descarada. Precisamente el tipo de chica que tiene todos los boletos para acabar como Britney Spears.
Estoy harto de que los padres de estas criaturas mediáticas abominen de ellas cuando su imagen se estropea, y no detengan su fervor por engendrar monstruos semejantes o peores para que hagan un cadáver joven y tierno. Son personas, son nuestros hijos.
Lo que ocurre es que la llamada princesa del pop lleva un tiempo siendo carnaza para los periodistas, que airean como desecho pestilente lo que queda de su destrozada vida privada, a los veintipocos años. Y no sólo los que se dedican a los programas del corazón, porque los noticiarios y demás pregoneros de morralla informativa se rebajan también a ese nivel. La muchacha chapotea en el charco de una vida personal calamitosa, con al menos un par de divorcios y un par de hijos en este mundo, que yo sepa, porque tampoco me he puesto a wikear para documentar esta entrada.
A mí me revienta mucho todo esto, porque a fin de cuentas la chica es una desgraciada que no ha tenido una familia que la sujete cuando el éxito se le ha subido a la cabeza, y sin educación ni criterio va dándose trompazos. Pero la razón de que escriba sobre este asunto es que me parece repugnante cómo se señala –de pequeño me enseñaron que estaba feo hacerlo– todo tropiezo de Britney Spears y se echa sal en sus heridas por los medios de comunicación en que todos abrevamos. Los mismos que, al minuto siguiente, hacen propaganda de tal o cual producto o comportamiento apropiado para la chica rebelde de hoy, «libre», desinhibida y descarada. Precisamente el tipo de chica que tiene todos los boletos para acabar como Britney Spears.
Estoy harto de que los padres de estas criaturas mediáticas abominen de ellas cuando su imagen se estropea, y no detengan su fervor por engendrar monstruos semejantes o peores para que hagan un cadáver joven y tierno. Son personas, son nuestros hijos.
10 comentarios:
Ciertamente es una situación lamentable la de esa chica, pero más lamentable todavía es la de todos los que airean sus trapos sucios en vez de ayudarla a levantarse de la caida. Si pusieran tanto ahínco en preocuparse por su alma como en vender portadas patéticas, la vida de ella y la de muchos otros sería más feliz.
Siempre me ha llamado la atención el hecho de que parece que siempre atrae más lo oscuro, lo sucio,...
y yo siempre con mi defensa de que todo el mundo tiene algo de luz, que es mejor esperar y buscar lo bueno en los demás, claro, cuando le cuento a algunos mi filosofía de vida me miran como a una pobre infeliz, pero lo cierto es que desaprovechamos mucha energía por el camino, sacando siempre a relucir lo malo, pero lo peor es que a la vez también se va perdiendo la ilusión, y la esperanza de encontrar algo auténtico, porque da la sensación de que siempre prevalece la parte más baja de la persona, aquella que la rebaja a sus instintos más primarios.
Creo que hay muchos desgraciados, no sólo los famosos como esta pobre chica, sino todos los que olvidaron sus ideales por el camino.
Moraleja 1: El dinero y el éxito no son sinónimo de felicidad. Los que no tenemos dinero ni éxito podemos darle gracias a Dios, afortunadamente nos hacen felices otras cosas mucho más importantes.
Moraleja 2: Resultan poco recomendables los pompones en las coletas y la minifalda de colegiala.
Estoy de acuerdo en que el dinero no da la felicidad. Sobre todo el ajeno.
Y de Britney Spears qué decir... Que me da pena. Ella y otros tantos. El otro día vi un reportaje de Macaulay Culkin que me puso los pelos como escarpias, aun sin saber qué son las escarpias.
Hoy la comparan en el periódico con la niña del exorcista...
Pero todos vosotros sois muy buenos, esto lo tendrían que leer todos los que viven del saqueo de vidas ajenas y se forran con ello.
Las escarpias son esas cosas puntiagudas que pinchan esas otras cosas. Digo yo.
Esta tiaparraca era la que decía que quería llegar virgen al matrimonio. Menos mal que tenía esa perspectiva de vida, porque si no hubiera tardado menos tiempo en parecerse a la bajita de Las Grecas. Es una calamidad. Lo peor es que está siendo referente para muchas mozuelas de ahora.
Cuando nuestros padres eran jóvenes, el lema era "Mamá, quiero ser artista". Una generación o dos más tarde las niñas piden a gritos con lascívica alevosía: "Mamá, quiero ser prostituta sin ánimo de lucro". La culpa la tienen ellas y ellos, las mujeres y los hombres; una sociedad podrida, pervertida y desgraciada que busca la felicidad y no la encuentra.
Yo no diría "sin ánimo de lucro...".
Tampoco creo que esta sociedad busque de veras la felicidad. Se pueden juzgar las intenciones por los actos, y no veo que los actos respondan a lo que se pretende alcanzar. Creo que esta sociedad se conforma con disfrutar lo que pueda cada día, y nada más.
Obviamente, si pretendías que volviera a escribir poniendo la foto de una mozalbeta descarada en tu blog, has acertado. No tengo más remedio que remangarme los hábitos (las mangas quiero decir) y opinar algo, ante tus continuos llamamientos. Pero no lo haré de la pobre rubia que inicia tu entrada, sino de otro tema que no sé si has tratado o no (lo siento, no tengo tiempo de fijar estos viejos ojos en tan amplios artículos). LA pregunta es ¿no queren ser los nenes de hoy en día de mayores concursantes de Gran Hermano (en todas sus definiciones)? Entonces... ¿de qué nos sorprendemos? no era el lema de la generación del guapo Dean "Vive deprisa, muere joven y haz un bonito cadáver"? Pues por ahí mencionáis algunos cadáveres que siguen deambulando por acá.
Serán cadáveres exquisitos, pero huelen a perros muertos, como todos.
Amén.
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