La vida es un simposio (no precisaré de qué). En un simposio cualquiera, celebrado en una universidad a orillas del mar, asiste uno a ponencias deslumbrantes y a fraudes conferenciales; participa uno de aplausos y bostezos; se huye del sueño que nos alcanza, y no acaba de alcanzar los sueños que siempre nos rehúyen; comenta puntos de vista doctrinales, y pone a la vista de todos algunos puntos (o verrugas) de la doctrina; se ríe de cualquiera y de uno mismo, pero más de los primeros; se entera de cosas que no sabía, y sobre todo se entera de que no sabe prácticamente nada; se vuelve a encontrar a personas que apreciaba, a otras que menos, y a algunas no las encuentra, pero siempre hay novedades interesantes.
Todo comienza con un viaje iniciático, y el regreso es un viaje agónico. La maleta vuelve llena de nuevas perspectivas, porque la vida no se agota, se agota uno antes. Y en compartimentos olvidados, se oyen risas; en baúles cerrados, bullen ideas; en rincones oscuros, brilla una luz misteriosa. La vida suma y sigue, continuamos descubriendo nuevos pasadizos, abriendo puertas que permanecían ocultas, saludando rostros desconocidos que nos reflejan y que resultan ser compañeros de trayecto o de celda o de existencia. La casualidad, el azar, lo imprevisible forman parte de este trajín vital que nos traemos entre manos. Ya dijo Julián Marías que la vida humana es incierta. Y la incertidumbre nos desborda.
Todo comienza con un viaje iniciático, y el regreso es un viaje agónico. La maleta vuelve llena de nuevas perspectivas, porque la vida no se agota, se agota uno antes. Y en compartimentos olvidados, se oyen risas; en baúles cerrados, bullen ideas; en rincones oscuros, brilla una luz misteriosa. La vida suma y sigue, continuamos descubriendo nuevos pasadizos, abriendo puertas que permanecían ocultas, saludando rostros desconocidos que nos reflejan y que resultan ser compañeros de trayecto o de celda o de existencia. La casualidad, el azar, lo imprevisible forman parte de este trajín vital que nos traemos entre manos. Ya dijo Julián Marías que la vida humana es incierta. Y la incertidumbre nos desborda.
5 comentarios:
Estoy totalmente de acuerdo contigo, pero yo añadiría los fraudes deslumbrantes y las migas conferenciales.
Y además de todo esto yo me siento como en Matrix. No se si bajarme y quedarme en mi realidad manejable. Un poco menos incierta.
Mátrix es cómodo, anestésico... pero, a largo plazo, venenoso.
Algo parecido ocurre con las migas.
Te ha quedado un ritmo muy pausado, muy poético.
Cristina.
Almería???????, no sea mayor antes de tiempo....un consejo
Publicar un comentario