Basta oír a la "logseada" Ministra de Desigualdad decir que un feto es un ser vivo pero no humano, para atisbar la magnitud del horror que se trae entre manos, esa Solución Final que un gobierno desquiciado quiere llevar adelante.
Acostumbro a plantear entre mis alumnos cuestiones peliagudas de este tipo, desde el aborto a las bodas gays, y suelo acabar discutiendo con dos o tres, ante el silencio del resto. Se podría pensar, y es lo que probablemente piensan ellos, que esos dos o tres representan la voz oficial de la opinión pública y mayoritaria; pero posteriores conversaciones privadas con la mayoría silenciosa me han hecho pensar que tal vez no sea así. En general, su postura es más razonable, aunque no sea muy acertada, y en muchos casos se apartan bastante de la postura de los voceros.
Acabo de leer algunas reseñas sobre libros de la época hitleriana, y he detectado con estupor el perfil de las coincidencias. También en la Alemania nazi, como ahora, una mayoría silenciosa acompañó la representación del Holocausto. Una mayoría que no sólo tenía miedo, sino que relativizaba el horror con razones tan groseras como la perspectiva laboral, el ascenso en el ejército o las ventajas económicas. Había otros aspectos que se consideraban más importantes que la sangre de inocentes, aunque sus logros se cimentasen sobre aquella.
También hoy es más cómodo callar, y arriesgado poner en primer lugar la lucha contra la injusticia, la denuncia del aborto o la defensa de la verdad. Otras cosas ocupan el primer puesto de nuestro interés, y el miedo al cambio o la pérdida no ayuda a alterar la escala de valores. Tal vez, en un futuro que espero no lejano, otra generación escriba libros denunciando la complicidad con el horror de nuestro tiempo de esa mayoría desentendida que hoy se ocupa sólo de sus asuntos.
Acostumbro a plantear entre mis alumnos cuestiones peliagudas de este tipo, desde el aborto a las bodas gays, y suelo acabar discutiendo con dos o tres, ante el silencio del resto. Se podría pensar, y es lo que probablemente piensan ellos, que esos dos o tres representan la voz oficial de la opinión pública y mayoritaria; pero posteriores conversaciones privadas con la mayoría silenciosa me han hecho pensar que tal vez no sea así. En general, su postura es más razonable, aunque no sea muy acertada, y en muchos casos se apartan bastante de la postura de los voceros.
Acabo de leer algunas reseñas sobre libros de la época hitleriana, y he detectado con estupor el perfil de las coincidencias. También en la Alemania nazi, como ahora, una mayoría silenciosa acompañó la representación del Holocausto. Una mayoría que no sólo tenía miedo, sino que relativizaba el horror con razones tan groseras como la perspectiva laboral, el ascenso en el ejército o las ventajas económicas. Había otros aspectos que se consideraban más importantes que la sangre de inocentes, aunque sus logros se cimentasen sobre aquella.
También hoy es más cómodo callar, y arriesgado poner en primer lugar la lucha contra la injusticia, la denuncia del aborto o la defensa de la verdad. Otras cosas ocupan el primer puesto de nuestro interés, y el miedo al cambio o la pérdida no ayuda a alterar la escala de valores. Tal vez, en un futuro que espero no lejano, otra generación escriba libros denunciando la complicidad con el horror de nuestro tiempo de esa mayoría desentendida que hoy se ocupa sólo de sus asuntos.
2 comentarios:
Estoy de acuerdo en que en España existe un silencio culpable. Son muchos los que callan ante el horror de lo que está sucediendo. Justificar las cosas con el “yo no lo haría, pero cada cual que actúe en conciencia”, es ser cómplice.
Callamos porque es la postura más fácil, aunque también sea la más cobarde.
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