Por mucho que haya tratado de disimularlo –rapándose los rizos al máximo, y su mujer e hijos alisándose el pelo, no sé si como Denzel Washington al principio de “Malcolm X”-, Barak Obama, el nuevo presidente de USA, es negro, y esto ha sido un factor importante, tanto para muchos de los que le han votado, como para otros que no lo han hecho.
Hemos conocido inquilinos negros de la Casa Blanca en la ficción: los presidentes que aparecen en la serie “24”, extraordinarios, e incluso Morgan Freeman en “Deep impact”, y no sé si algún otro. La imagen ya no era nueva, aunque sigo creyendo que Sidney Poitier es el gran pionero de la buena imagen de los negros, con sus grandes caracterizaciones para el cine de personajes íntegros, buenos y elegantes.
Al margen de esto, ¿qué nos depara la llegada de Obama a la presidencia? Cambio parece la palabra crucial, aunque creo que no significa mucho, quizá mero cambio por el cambio, lo que no me gusta. Obama está a favor del aborto, y eso solo ya es negativo para mí. Pero no va a ser un presidente zp, eso que se lo quiten los progres españoles de la cabeza, porque mandará actuar al ejército cuándo y dónde lo estime necesario. Ya lo hizo Clinton, pero claro, ambos son demócratas, que es algo que los progres identifican erróneamente con el socialismo y les permite justificar todo lo que en los repúblicanos les produce arcadas.
Volviendo al principio. Obama es un presidente negro, y eso es casi lo único que me gusta de él. No me gusta su postura respecto del derecho a la vida, ni respecto de los matrigays, ni sus vínculos con el Islam. El que sea joven puede ser bueno o malo, eso no se puede anticipar. Pero el que sea negro me alegra. La vida real empieza a parecerse a las películas. Espero que, aunque nos esperen sustos, al final acabe triunfando el bien, como en las grandes americanadas de la pantalla.
Y con esto concluyo una entrada políticamente incorrecta, desconcertante y desconcertada.
Hemos conocido inquilinos negros de la Casa Blanca en la ficción: los presidentes que aparecen en la serie “24”, extraordinarios, e incluso Morgan Freeman en “Deep impact”, y no sé si algún otro. La imagen ya no era nueva, aunque sigo creyendo que Sidney Poitier es el gran pionero de la buena imagen de los negros, con sus grandes caracterizaciones para el cine de personajes íntegros, buenos y elegantes.
Al margen de esto, ¿qué nos depara la llegada de Obama a la presidencia? Cambio parece la palabra crucial, aunque creo que no significa mucho, quizá mero cambio por el cambio, lo que no me gusta. Obama está a favor del aborto, y eso solo ya es negativo para mí. Pero no va a ser un presidente zp, eso que se lo quiten los progres españoles de la cabeza, porque mandará actuar al ejército cuándo y dónde lo estime necesario. Ya lo hizo Clinton, pero claro, ambos son demócratas, que es algo que los progres identifican erróneamente con el socialismo y les permite justificar todo lo que en los repúblicanos les produce arcadas.
Volviendo al principio. Obama es un presidente negro, y eso es casi lo único que me gusta de él. No me gusta su postura respecto del derecho a la vida, ni respecto de los matrigays, ni sus vínculos con el Islam. El que sea joven puede ser bueno o malo, eso no se puede anticipar. Pero el que sea negro me alegra. La vida real empieza a parecerse a las películas. Espero que, aunque nos esperen sustos, al final acabe triunfando el bien, como en las grandes americanadas de la pantalla.
Y con esto concluyo una entrada políticamente incorrecta, desconcertante y desconcertada.
5 comentarios:
A mí me cae bien. Sobre todo basándome en la evidencia de que McCain se parecía demasiado a Steve Martin como para poder hacerse cargo del Gobierno de los Estados Unidos.
Creo que es una razón de peso.
De acuerdo con el argumento de Ángel, me quedo mucho más tranquila dejando el gobierno de los Estados Unidos en manos Will Smith en su época adolescente del príncipe de Bel-Air. Ojala Carlton forme parte de su equipo, va a ser la mar de divertido.
Mientras vientos de banalidad soplan en este blog, el mundo rubrica los derroteros de su rumbo futuro. Vergüenza tenía que daros.
A mí me recuerda al de "El resplandor". Glup.
Ja ,ja, desde luego a Sidney Poitier no se parece, es como un “quiero parecerme y no puedo” a esa buena imagen de integridad que daba el actor . Cuando oigo que sobre algunos temas, como el matrigay, en unos sitios se muestra de una opinión y en otros de la contraria caigo en la cuenta, es de los que sabe nadar y guardar la ropa diciendo lo que conviene falsamente y sin que se sepa al final delante de quien estamos.
Hubiera preferido un Sidney Poitier de presidente, Fran.
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