Vivimos un momento histórico, nos dicen. ¿Y cuál no lo es? Porque la selección española ha pasado de cuartos, y ahora encima va a jugar la final. Si gana, me imagino que acaecerá el fin del mundo, el Apocalipsis, el final de la Historia, que decía Fukuyama.
No pretende reírme del éxito de la selección. Me alegro como cualquiera. Tampoco de los zangolotinos comentarios de los periodistas (los tengo atravesados, salvo alguna honorable excepción). En realidad, me iba a tomar en serio todo esto y a preguntarme: si esto es un momento histórico, ¿cómo lo recordaré el día de mañana, cuando sea (más) mayor?
Pues recordaré quizá que la victoria de la selección fue un respiro bajo el gobierno de Zapatero (quizá también para el gobierno de Zapatero); que cundió la exultación, y eso que estábamos en alerta naranja por el calor; que algunas canciones pusieron su banda sonora (espero no acordarme de Chiquilicuatre) a los acontecimientos; que la ilusión hizo brillar de nuevo los ojos de los deprimidos por la crisis (desaceleración acelerada, cambio brusco…) económica; que España entera se movilizó para que Virginia ganara OT por encima de los demás impostores no mucho mejores que ella; que fue un verano mágico y soñamos con futuros triunfos…
Todo esto parece el cuento de la lechera o una película americana. Pero habrá gente, tal vez mucha, que sienta todo esto y conserve una semejante memoria histórica. Y yo puedo imaginarlo en un ejercicio de empatía. Pero no sentirlo, me temo que no soy tan normal como el resto. O a lo mejor sí, a fin de cuentas me encantan las películas americanas…
No pretende reírme del éxito de la selección. Me alegro como cualquiera. Tampoco de los zangolotinos comentarios de los periodistas (los tengo atravesados, salvo alguna honorable excepción). En realidad, me iba a tomar en serio todo esto y a preguntarme: si esto es un momento histórico, ¿cómo lo recordaré el día de mañana, cuando sea (más) mayor?
Pues recordaré quizá que la victoria de la selección fue un respiro bajo el gobierno de Zapatero (quizá también para el gobierno de Zapatero); que cundió la exultación, y eso que estábamos en alerta naranja por el calor; que algunas canciones pusieron su banda sonora (espero no acordarme de Chiquilicuatre) a los acontecimientos; que la ilusión hizo brillar de nuevo los ojos de los deprimidos por la crisis (desaceleración acelerada, cambio brusco…) económica; que España entera se movilizó para que Virginia ganara OT por encima de los demás impostores no mucho mejores que ella; que fue un verano mágico y soñamos con futuros triunfos…
Todo esto parece el cuento de la lechera o una película americana. Pero habrá gente, tal vez mucha, que sienta todo esto y conserve una semejante memoria histórica. Y yo puedo imaginarlo en un ejercicio de empatía. Pero no sentirlo, me temo que no soy tan normal como el resto. O a lo mejor sí, a fin de cuentas me encantan las películas americanas…
5 comentarios:
Yo lo pasé muy bien viendo el partido, fue emocionante. Buen fútbol, muchas oportunidades, y goles. Me gusta ver los deportes (más el baloncesto que el fútbol), pero además ayer disfruté.
Tampoco creo que me deje mucha huella (no entiendo a los que le entra el sentimiento patriótico, se visten con la bandera y se colocan la montera) pero pasé un buen rato. Lo recordaré como el verano en que aprendí que hay un Senna que no es Xena (La princesa guerrera).
Ese recuerdo es bueno, pero con los años se tornará confuso, y creerás que viste por el terreno de juego a una tipa con sujetador acorazado...
Yo lo recordaré como la fecha en la que llegué de Ceuta. No tengo fuerzas ni para estar exhausto.
Yo lo recuerdo como el segundo día de mi vida en que disfruté del fútbol. El primero fue el partido contra Rusia. Creo que cuando algo se hace muy bien me gusta aunque normalmente no me interese. Eso me pasa con esta selección, con José Tomás y con según que vino.
¡Pero considerarlo histórico…! ¿Qué entenderán por histórico? Es lo que hace no saber de historia.
Tú criterio de lo bueno como lo que despierta tu interés, coincide plenamente con el mío. Ahora tengo que escribir de Nadal...
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