No sé lo que harán otros un domingo por la tarde. Pero nosotros hoy, después de comer opíparamente, hemos encendido el brasero, nos hemos provisto de licorcete y dulces, y hemos disfrutado de una sesión doble de cine, con la siempre segura ayuda de los clásicos.
Primero hemos visto “Barry Lyndon” (Stanley Kubrik, 1975), una película de época –de época dieciochesca-, en la que destaca la exquisita recreación que enmarca las aventuras de un hidalgo pobre y además irlandés: cómo pasa de la inocencia bisoña a la rudeza de un soldado curtido, hasta convertirse en consorte de un apellido rumboso, lo que le gana enemigos que preparan su caída. En esta película, quizá más que en ninguna otra, se pone de manifiesto el perfeccionismo de Kubrik. La fotografía parece reproducir cuadros en movimiento, la adaptación que la banda sonora hace de música clásica –Mozart, Bach, Schubert, entre otros- es perfecta, el vestuario lujosísimo, y los decorados de Inglaterra y Europa continental, evocadores y preciosos. Es una película que culturiza, porque traslada a otro tiempo, y constituye un placer para los sentidos. Eso sí, merece una pantalla amplia, para apreciar bien sus virtudes. Yo he tardado muchos años en poder verla en condiciones desde que supe de su existencia.
La segunda sesión se ha llenado con “Al servicio de las damas” (Gregory La Cava, 1936), una excelente muestra de screwball comedy, o comedia alocada, que si al principio choca por ser un tanto surrealista, luego resulta deliciosa, por la fina ironía del guión y la elegancia y la simpatía de los protagonistas, William Powell y Carole Lombard, al frente de un elenco de secundarios extravagantes y divertidos. Es una muestra de lo que el cine puede hacer, logrando una obra intemporal sin caer en el mal gusto o la truculencia. Hay mucho que aprender de aquellos directores, por algo se la llama época dorada del cine.
Y así concluyo una entrada en la que he empleado los adjetivos “exquisita”, “deliciosa” o “preciosos”. Hay que correr riesgos en esta vida.
Primero hemos visto “Barry Lyndon” (Stanley Kubrik, 1975), una película de época –de época dieciochesca-, en la que destaca la exquisita recreación que enmarca las aventuras de un hidalgo pobre y además irlandés: cómo pasa de la inocencia bisoña a la rudeza de un soldado curtido, hasta convertirse en consorte de un apellido rumboso, lo que le gana enemigos que preparan su caída. En esta película, quizá más que en ninguna otra, se pone de manifiesto el perfeccionismo de Kubrik. La fotografía parece reproducir cuadros en movimiento, la adaptación que la banda sonora hace de música clásica –Mozart, Bach, Schubert, entre otros- es perfecta, el vestuario lujosísimo, y los decorados de Inglaterra y Europa continental, evocadores y preciosos. Es una película que culturiza, porque traslada a otro tiempo, y constituye un placer para los sentidos. Eso sí, merece una pantalla amplia, para apreciar bien sus virtudes. Yo he tardado muchos años en poder verla en condiciones desde que supe de su existencia.
La segunda sesión se ha llenado con “Al servicio de las damas” (Gregory La Cava, 1936), una excelente muestra de screwball comedy, o comedia alocada, que si al principio choca por ser un tanto surrealista, luego resulta deliciosa, por la fina ironía del guión y la elegancia y la simpatía de los protagonistas, William Powell y Carole Lombard, al frente de un elenco de secundarios extravagantes y divertidos. Es una muestra de lo que el cine puede hacer, logrando una obra intemporal sin caer en el mal gusto o la truculencia. Hay mucho que aprender de aquellos directores, por algo se la llama época dorada del cine.
Y así concluyo una entrada en la que he empleado los adjetivos “exquisita”, “deliciosa” o “preciosos”. Hay que correr riesgos en esta vida.
3 comentarios:
"Barry Lyndon" es una de mis películas de referencia. Tres horas de disfrute estético y de debate ético. Eso sí, en inglés, por favor. El doblaje es deplorable.
Precisamente he soltado un "a Ángel le debe gustar esta película" cuando he visto a los espadachines moviéndose grácilmente. Me ha encantado la fotografía, la recreación de los ejércitos, la música...En fin, todo.
"Al servicio de las damas" es una de esas comedias en blanco y negro que me encantan de caballero muy caballero, dama muy enamorada y mucho mucho humor.
El domingo que viene más.
Sr. estepario yo quiero de esas tardes de cine. Doble sesión y licorcete con brasero. Y también el lunes, martes...aunque a lo mejor es reservarse para el dimingo , día de descando y de gloria Dios...con brasero y licorcete.
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