La ausencia de días pasados se ha debido a mi participación en el Simposio Internacional Complutense sobre Julián Marías. Puedo decir mucho sobre él, a ver si me contengo.
Ante todo, que le admiro desde hace años, he leído bastantes de sus libros y creo que puedo considerarlo mi escritor preferido. No sólo esto, sino que me uno a lo que dijo Gregorio Salvador en Madrid, y es que ha sido uno de los mejores escritores en español del siglo XX. Además de esto, ha sido un pensador penetrante a la vez que claro, un iluminador de la vida y las ideas, un maestro del hombre y la moral, un agudo penetrador de la historia y un original cinéfilo, un hombre íntegro y honesto desde la niñez, comprometido con la libertad y la verdad, un sorprendente pozo de sabiduría, un académico ejemplar, un… Sabía que no podría contenerme. Porque una de las cosas que se han puesto de relieve en este Simposio es la cantidad de facetas de este español singular y extraordinario, un auténtico hombre poliédrico.
Pero está la otra cara, la de la injusticia y cicatería con su persona, costumbre tan española. Se le negó la docencia universitaria en España durante la época de Franco, aunque era reclamado en universidades de todo el mundo, especialmente americanas; se le suspendió ilegalmente la tesis doctoral; apenas ha recibido reconocimientos oficiales por sus méritos: ningún premio nacional de ensayo, que debió haber ganado varias veces, más que otros; nada de premio nacional de las letras; nada de premio Cervantes (aunque lo tocó con los dedos un par de veces)… Le dieron, eso sí, el Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades, aunque a sus seguidores nos supo a migajas.
Discípulo de Ortega y Gasset, quizá no tuvo la brillantez de su maestro, pero a cambio resulta mucho más accesible, y desde mi punto de vista mucho más cercano en su filosofía a la vida de cualquiera, porque contemplar y entender la vida humana fue su principal ocupación. La otra diferencia con Ortega fue su fe cristiana, discreta pero firme y profunda, lo que baña su pensamiento de una riqueza especial.
Para quien no se haya acercado todavía a su obra, recomiendo por ejemplo el primer tomo de sus memorias, Una vida presente, donde cuenta su juventud y los azares de la República y la Guerra Civil (los otros tomos quizá sean para gente con cierta inquietud intelectual y académica; ahora se han reeditado en un solo volumen por la editorial Páginas de Espuma). Un buen libro para introducirse en su pensamiento es Mapa del mundo personal, al que se puede aplicar la famosa sentencia de que «nada de lo humano le es ajeno», desde la muerte, Dios o el amor. Sobre la mujer, a la que tanto admiró, escribió La mujer y su sombra, o La mujer en el siglo XX. Su mirada esperanzada se vuelca en libros como Breve tratado de la ilusión, y su preocupación por el hombre en Persona. Reunió gran parte de sus artículos de cine en Visto y no visto… En fin, escribió mucho, sobre todo temas filosóficos, y sus libros no tienen desperdicio.
Es plenamente vigente, y a mí personalmente me ha ayudado en la vida. Os recomiendo que entréis en contacto con él, no os arrepentiréis.
Ante todo, que le admiro desde hace años, he leído bastantes de sus libros y creo que puedo considerarlo mi escritor preferido. No sólo esto, sino que me uno a lo que dijo Gregorio Salvador en Madrid, y es que ha sido uno de los mejores escritores en español del siglo XX. Además de esto, ha sido un pensador penetrante a la vez que claro, un iluminador de la vida y las ideas, un maestro del hombre y la moral, un agudo penetrador de la historia y un original cinéfilo, un hombre íntegro y honesto desde la niñez, comprometido con la libertad y la verdad, un sorprendente pozo de sabiduría, un académico ejemplar, un… Sabía que no podría contenerme. Porque una de las cosas que se han puesto de relieve en este Simposio es la cantidad de facetas de este español singular y extraordinario, un auténtico hombre poliédrico.
Pero está la otra cara, la de la injusticia y cicatería con su persona, costumbre tan española. Se le negó la docencia universitaria en España durante la época de Franco, aunque era reclamado en universidades de todo el mundo, especialmente americanas; se le suspendió ilegalmente la tesis doctoral; apenas ha recibido reconocimientos oficiales por sus méritos: ningún premio nacional de ensayo, que debió haber ganado varias veces, más que otros; nada de premio nacional de las letras; nada de premio Cervantes (aunque lo tocó con los dedos un par de veces)… Le dieron, eso sí, el Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades, aunque a sus seguidores nos supo a migajas.
Discípulo de Ortega y Gasset, quizá no tuvo la brillantez de su maestro, pero a cambio resulta mucho más accesible, y desde mi punto de vista mucho más cercano en su filosofía a la vida de cualquiera, porque contemplar y entender la vida humana fue su principal ocupación. La otra diferencia con Ortega fue su fe cristiana, discreta pero firme y profunda, lo que baña su pensamiento de una riqueza especial.
Para quien no se haya acercado todavía a su obra, recomiendo por ejemplo el primer tomo de sus memorias, Una vida presente, donde cuenta su juventud y los azares de la República y la Guerra Civil (los otros tomos quizá sean para gente con cierta inquietud intelectual y académica; ahora se han reeditado en un solo volumen por la editorial Páginas de Espuma). Un buen libro para introducirse en su pensamiento es Mapa del mundo personal, al que se puede aplicar la famosa sentencia de que «nada de lo humano le es ajeno», desde la muerte, Dios o el amor. Sobre la mujer, a la que tanto admiró, escribió La mujer y su sombra, o La mujer en el siglo XX. Su mirada esperanzada se vuelca en libros como Breve tratado de la ilusión, y su preocupación por el hombre en Persona. Reunió gran parte de sus artículos de cine en Visto y no visto… En fin, escribió mucho, sobre todo temas filosóficos, y sus libros no tienen desperdicio.
Es plenamente vigente, y a mí personalmente me ha ayudado en la vida. Os recomiendo que entréis en contacto con él, no os arrepentiréis.
6 comentarios:
Yo sólo he leído "La mujer y su sombra” y el primer tomo de sus memorias.
Llama especialmente la atención (al menos la mía) su firme compromiso con la verdad, desde niño se prometió no mentir jamás y cumplió su propósito. También su amor por Lolita, su mujer, un amor firme y profundo, un amor que no conocía límites.
Por otra parte es apasionante la descripción de sus años de universidad, aquello sí era la universidad, repleta de grandes maestros y de discípulos brillantes.
Gracias por volver, ya me he acostumbrado a tenerte en este trocito de la red y te echaba de menos.
Ya sabes que no he leido nada de Julián Marías, y no conozco su obra, pero igualmente te agradezco que nos ayudes a conocerlo un poco.
Leer lo de que le suspendieron la tesis doctoral ha bastado para que me suba la fiebre un poco más.
Ya te lo dije, serás mi Virgilio con Marías.
Ni Zubiri ni García Morente pudieron evitarlo. No te preocupes, seguro que tú tienes mejores defensores.
Ya contaré algo más de Marías, para que vayáis conociéndolo.
Hola chicos. Yo tampoco he leído nada de Julían Marías, pero todo se andará.
Hoy entro para recomendar un nuevo blog que entra en activo. Por si os apetece echarle un vistazo:
http://www.laxenlacasilla.blogspot.com/
Cuando tenga un poco más de tiempo hablamos. CIAO
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