lunes, 4 de febrero de 2008

Iglesia y democracia


En 1937, el Papa Pío XI, promulgó una encíclica sobre la situación de la Iglesia católica en el III Reich. El título, en alemán, ya lo decía todo: Mit brennender Sorge, algo así como Con honda preocupación. Extraigo una sola idea de su texto: «Fomentar el abandono de las normas eternas de una doctrina moral objetiva, para la formación de las conciencias y para el ennoblecimiento de la vida en todos sus planos y ordenamientos, es un atentado criminal contra el porvenir del pueblo, cuyos tristes frutos serán muy amargos para las generaciones futuras». Son duras palabras dirigidas a un gobierno que, no lo olvidemos, había sido elegido por las urnas y contaba con el mayoritario apoyo de su pueblo.

Acerquémonos ahora a España. Anoche, en la entrega de los desprestigiados premios de la Academia del Cine, el ganador del Goya al mejor actor, un tal Alberto Sanjuán, se permitió un ruego: que sea disuelta inmediatamente la Conferencia Episcopal. Esto me lleva a varias reflexiones. Una, que el cine español no da mucho de sí, y hay que traer asuntos de política o religión a sus galas para tener algo de qué hablar. Dos, que un ignorante puede recibir un premio en España. Tres, que la campaña anticlerical sigue adelante. Cuatro, que nuestra democracia sigue presentando unos síntomas de inmadurez alarmantes, por cuanto parece regresión del proceso iniciado hace ya más de treinta años.

Resulta que la Conferencia Episcopal ha publicado una Nota sobre las elecciones del 9 de marzo, en la que recuerda a los católicos los criterios morales básicos para emitir con responsabilidad su voto. Los anticlericales de este país, empezando por el Gobierno, han denunciado que los obispos atacan a unos partidos y piden el voto para otro, para el PP en concreto. Dando muestras evidentes de no haber leído la Nota, que por cierto es respetuosa y sensata, se han dicho desde entonces todo tipo de sandeces, como que la Iglesia pretende imponer su creencia a la sociedad, que quiere acallar al gobierno, o lo que dijo el actor ése anoche.

Resulta que la Iglesia no ha pedido el voto para ningún partido. Pero, ¿y si lo hubiese hecho? Desde el punto de vista democrático, tendría todo el derecho, como cualquier instancia ciudadana, de hacerlo, sin que ello violentara la Constitución, ni hiciese tambalear los pilares de la democracia. Miremos tan sólo el ejemplo de los Estados Unidos: allí pedir el voto es uno de los ejercicios democráticos más honrosos, y todos, desde religiosos a actores, se pringan a la hora de airear sus preferencias. Nadie se rasga las vestiduras por ello, ya que a fin de cuentas no es más que la manifestación pública de lo que luego se hará en secreto, y votar no es ningún crimen.

En España, sin embargo, la Iglesia no pide el voto para ningún partido, sólo recuerda la doctrina moral más básica, lo que ni siquiera es privativo suyo, sino derecho natural. Y toda clase de insidias y descalificaciones caen sobre ella, como si hubiese tramado un golpe de Estado. Incluso muchos católicos se distancian de los obispos, porque creen que no pueden abandonar la sacristía. Pues se equivocan, señores, los obispos tienen derecho a decir lo que han dicho, es más, tienen obligación de hacerlo. Y si no piden el voto para ningún partido, que no lo han hecho, es porque no hay ninguno que se acerque al listón moral que exige Cristo.

Ítem más: resulta curioso que los que no dudan en denunciar a la Iglesia por un supuesto silencio ante las barbaridades de Hitler –ya hemos visto que no fue tal–, se indignan y rasgan las vestiduras cuando advierte ante los desmanes de otro gobierno. Claro que no estamos hablando de un Ejecutivo nazi, pero eso tampoco significa ni mucho menos que sea bueno.

8 comentarios:

Marta dijo...

Profesor, gracias por adjuntar la nota de los obispos, pensaba buscarla para leerla y poder hablar así con conocimiento de causa, así que ya me has ahorrado el esfuerzo.

La verdad es que yo no acabo de entender todo esto, no entiendo que se responda con tanto odio a unas palabras que a mi parecer no son ofensivas, salvo para aquel que crea que algo no está del todo claro en su interior. Y cuando escucho tertulias políticas me doy cuenta de que no llego a ese retorcimiento mental que parece manejan los políticos y la sociedad.

Creo que, para los cristianos el camino se presenta duro, y no podemos dormirnos en los laureles esperando que alguien venga a sacarnos las castañas del fuego. Creo que no nos queda más que contemplar el misterio de la Cruz y responder al mundo con Amor, ése es el único medio para hacer realidad el Reino de Dios. No merece la pena seguir el juego a los que utilizan aquello que da sentido a la vida de millones de personas en todo el mundo, como arma arrojadiza, tratando de generar rencor y discordia.

Y recordemos, no puede ser más el discípulo que el Maestro.

Ángel dijo...

Creo que te gustará el artículo de Juanma de hoy. Y puede que incluso más el de anteayer.

¿Te has pasado por su tercera últimamente?

Sinretorno dijo...

Brillante, mucho y desvelador. Me ha quitado usted el tema de San Juan, fíjese que también podía disolver su propio apellido. Que cosas que tiene la vida. Ya puestos podía haber dicho algo de alqueda, pero no se atreve. Publique este artículo. Gracias por su recuerdo. Cor unum et anima una. Marta yo ya ni escucho tertulias políticas.

laura dijo...

Pues yo creo que es miedo, que todos los que responden con tanto odio y tanta furia a la Nota de los Obispos no tienen más que miedo.

Tienen miedo de que haya alguien (en este caso ha sido la Iglesia) que pueda hacer pensar a la gente. El gobierno ha planeado que los jóvenes estemos súper contentos porque nos dan dinero para el alquiler, o nos dan dinero si tenemos menos de no sé cuantos años y emprendemos un negocio, o nos dan dinero si tenemos un hijo, no importa si decidimos matarlo antes de que nazca, pero si nace nos dan dinero por ello (muy lógico). Por eso si alguien pretende hacernos ver más allá de la cuenta corriente no les gusta, no vaya a ser que se despierte un ápice de moral en la conciencia de cada cual, y entonces, malo.

Paloma dijo...

uff! ¡¡Qué decir de tantas sandeces en tan pocos días!!Parece que uno se queda sin palabras para responder a un absurdo que te deja un tanto descolocado.

Ya solo puedo decir que lo que vemos no es más que un intento de arrancar a Dios de nuestras conciencias y de nuestro corazón.

¡Póbrecitos!No se dan cuenta que, como me dijo una persona el otro día, quien le pone la zancadilla a Dios corre el peligro de romperse el tobillo...

Stepario dijo...

Ciertamente, los dos últimos artículos de Juan Manuel de Prada son muy acertados. Copio los enlaces:

http://www.abc.es/historico-opinion/index.asp?ff=20080202&idn=1641607715527

http://www.abc.es/historico-opinion/index.asp?ff=20080204&idn=1641612141211

Es verdad que hay miedo, mucho miedo en esta sociedad, no sólo en el Gobierno. Me parece que para tener un buen criterio de comportamiento hay evitar actuar por miedo, que es casi tan malo como hacerlo por odio. Los sentimientos negativos no son buena coartada para la conducta. El amor, la fidelidad a la verdad o la defensa de la vida son buenos criterios, que también hay que identificar en el comportamiento ajeno, para valorar sus actos.

Altea dijo...

Hola, he llegado hasta aquí desde el monstruo de la blogosfera de Boo. Ese ambientillo cinematográfico me ha enganchado.
Volveré con tiempo.

Stepario dijo...

Bienvenida, Altea. Lo nuestro es el cine, sí, pero a veces tenemos que hablar de otras cosas si nos obligan...

Estaré unos días fuera, dejo a Laura al cuidado del blog.