viernes, 22 de abril de 2011

Fe






Juan Pablo II dijo en su encíclica Fides et ratio que la fe y la razón eran las dos alas que elevaban el espíritu humano hacia el conocimiento de la verdad (cito de memoria). Quienes no creen o encuentran obstáculos para creer, suelen alegar la racionalidad como si fuera incompatible con la fe. Yo, dejando a un lado mi pobre fe, creo que la razón admite mucho más de lo que los racionalistas oponen, simplemente con abrir un poco sus horizontes. Porque, vamos a ver, ¿cuántas cosas admito como racionales sin tener la menor idea de su origen, su significado o su funcionamiento? Supuestamente, Dios y lo sobrenatural son más difíciles de encajar en nuestra razón cotidiana, pero ¿por qué? ¿Porque son invisibles, porque no descubrimos sus efectos? ¿Y si todo son efectos de lo divino? ¿Y si lo invisible es el aire que compone en su mayor parte la realidad que llamamos racional? El aire existe, como existe el amor, y si no quiero o no puedo ver sus efectos “en presencia”, puedo muy bien notarlos cuando se da su ausencia.

Me parece que la razón que se opone a la fe no es más que un acto de soberbia, que puedo entender, de quien se cierra a una determinada realidad, la suya propia, aquella que cree poder manejar, aquella que no le transtorna sus esquemas previos. Creo que la fe obliga a abrirse a otra realidad mayor, y el obstáculo para ello no es la razón, sino algo tan irracional como el miedo: al vértigo, al cambio, al compromiso, a lo desconocido que me aguarda… Lo dice Benedicto XVI en su conversación con Peter Seewald recogida en el libro Luz del mundo: «Es una arrogancia del intelecto que digamos: esto contiene en sí algo contradictorio, sin sentido, y ya sólo por eso no es posible en absoluto. No es asunto nuestro decidir cuántas posibilidades abriga en sí el cosmos, cuántas se esconden en él y por encima de él». La fe obliga a dar un salto para instalarse en una situación diferente que no vemos, que sólo creemos, pero que creyendo podemos experimentar en lo más hondo como algo más real que lo anterior.