“No poseemos nada con certeza, excepto nuestro pasado”. Estas palabras las pronuncia Charles Ryder, el protagonista de Retorno a Brideshead, la famosa novela de Evelyn Waugh, que acabo de leer con avidez. Es cierto que la incertidumbre impregna la novela, no sólo por la inseguridad de los personajes, sino porque nunca se sabe muy bien lo que va a ocurrir a continuación.
Pero hay otra perspectiva, desde la que sí se sabe, y es la de la gracia divina. Justamente el autor confiesa en el prólogo que su intención era ilustrar la actuación de la gracia, y vaya si lo logra. En las ocasiones en que se habla de religión (de la católica, para ser más precisos), los personajes muestran prejuicios, equivocaciones y aversiones a esta fe; pero, no obstante, siempre se tiene la sensación de que estos seres de ficción, dotados de cualidades y dinero, no parecen saber de lo que hablan, y que sus a menudo hirientes ataques al catolicismo no consiguen siquiera arañarlo. La forma en que Waugh consigue mostrarnos esto es sutil e inteligente, y en eso logra reflejar a la realidad.
Al final todo se resuelve como en la vida, de una forma a la vez lógica y sorprendente. Con la lógica y la sorpresa que siempre acompañan a la intervención de la gracia de Dios en la vida de los hombres.
Pero hay otra perspectiva, desde la que sí se sabe, y es la de la gracia divina. Justamente el autor confiesa en el prólogo que su intención era ilustrar la actuación de la gracia, y vaya si lo logra. En las ocasiones en que se habla de religión (de la católica, para ser más precisos), los personajes muestran prejuicios, equivocaciones y aversiones a esta fe; pero, no obstante, siempre se tiene la sensación de que estos seres de ficción, dotados de cualidades y dinero, no parecen saber de lo que hablan, y que sus a menudo hirientes ataques al catolicismo no consiguen siquiera arañarlo. La forma en que Waugh consigue mostrarnos esto es sutil e inteligente, y en eso logra reflejar a la realidad.
Al final todo se resuelve como en la vida, de una forma a la vez lógica y sorprendente. Con la lógica y la sorpresa que siempre acompañan a la intervención de la gracia de Dios en la vida de los hombres.