sábado, 31 de enero de 2009

Vicky Cristina Barcelona


La última película de Woody Allen –que yo conozca– ha ganado el Globo de Oro a la mejor comedia del año. Sin embargo, no tiene gracia. No hay gags, pero tampoco una situación divertida, un enredo que estimule la sonrisa, ni siquiera un desarrollo que culmine en un final desopilante. Es una historia de líos sexuales en Barcelona de dos turistas americanas con un pintor y la ex-mujer de este.

Se da una apariencia de libertad “amorosa” conforme se va rizando el rizo, y el único personaje con cordura, el prometido y luego marido de Vicky, parece un tontaina con sus prejuicios respecto de los dúos y tríos que se monta Cristina, no tiene palabras para defender el verdadero amor y el matrimonio, y parece que haya que interpretar que estas posiciones tradicionales deben rendirse ante el “todo vale”.

La película me ha parecido una porquería, en el fondo y en la forma. La voz en off, suavona y persistente, es impropia de un gran cineasta, y no consigue el efecto deseado, salvo que fuera la náusea. En bastantes tramos, la película es un reportaje con fines turísticos de la Ciudad Condal y de Oviedo, pero también del tópico español, con la guitarra española apareciendo de forma reiterada para repetir los mismos y archisabidos sones.

El reparto está bien, sobre todo Rebecca Hall y Penélope Cruz, nominada por hacer de española desquiciada y lenguaraz (antes lo estuvo por hacer de española al borde de un ataque de nervios), aunque tampoco me parece una interpretación sublime. Inane me parece Bardem, aunque no desentona, y Scarlett hace el mismo papel de siempre, el de rubia exuberante sujeta al vaivén de los acontecimientos, con escasísima personalidad.

En fin, nada recomendable bodrio, salvo para fanáticos de Woody Allen o fanáticos de Cataluña, que tampoco sé si van a quedar satisfechos, aunque puede que guste a extranjeros enamorados del typical spanish.

miércoles, 21 de enero de 2009

O-ba-ma


Así se repite, como un mantra, el nombre del nuevo presidente de los USA. Es negro, y eso es histórico. Tiene un magnetismo y atractivo que sólo se recordaban en JFK. Viene a sustituir al vilipendiado George W. Bush. Pero todo eso no basta para pensar que ha llegado el mesías, el salvador.

No sé si es lo que piensan en su país –no son tan estúpidos como solemos creer–, pero sí que es la buena nueva que difunden la mayoría de los medios de comunicación españoles. Cobertura inusitada, minuto a minuto, gesto a gesto, palabra a palabra. Alabanzas sin cuento. Esperanzas chorreantes. Ni un solo nubarrón, ni un atisbo de duda. Obama reinventará la historia. Eso dicen nuestros medios.

¿Y qué es lo que de verdad sabemos de Obama? Pues no mucho, dado que carece casi por completo de experiencia política en cargos de responsabilidad. De modo que es difícil prever su rumbo, porque ya se sabe que una cosa son las promesas electorales, y otra lo que las circunstancias –o las verdaderas intenciones– llevan a realizar. No obstante, aquí Zapatero se cree que Obama es el Zp negro, o que él mismo es el Obama europeo. Y dice que es socialdemócrata puro un tipo que ha jurado su cargo sobre una Biblia y ha citado las Escrituras en su discurso, aparte de nombrar a Dios unas pocas veces ante varios pastores eclesiásticos invitados. Sin contar con que ahora asiste a un oficio religioso para inaugurar su mandato. Lo mismito que Zp.

No nos engañemos. Obama es un hombre ilusionado e ilusionante, sin duda capaz y con carisma, que tiene la oportunidad de unificar voluntades –están dispuestas a ello– para plantar cara a los graves problemas que tiene su país y el mundo. Pero hay que contar también con que es humano, sí, y además el camino que se dispone a iniciar está sembrado de enormes dificultades: crisis económica, terrorismo, decadencia europea, por citar las más evidentes.

En fin, mucha suerte para Obama, rezaremos por él. Y que los demás se caigan del guindo cuanto antes y se pongan manos a la obra, que esto no se va a arreglar solo.

martes, 20 de enero de 2009

Las películas de 2008


Más vale tarde que más tarde. Así que traigo hoy a colación el tema prometido hace tiempo, la lista de pelis mejores o preferidas de cada cual, de las que pudimos ver en el cine en 2008. Mi lista es clara, teniendo en cuenta que esto es un blog de aficionados y que no pude verlo todo. Ahí va:

1- El caballero oscuro
2- Wall-E
3- No es país para viejos
4- El tren de las 3.10
5- Iron-Man

No está Appaloosa, pese a sus buenas críticas, y tampoco Australia, pese a que les encantara a mis hermanas. Es cierto que no he visto El intercambio, tan alabada. Y tampoco Vicky Cristina Barcelona, aunque estoy seguro de que jamás entraría en mi lista.

Ahora os toca a vosotros dar vuestras listas. También se admiten tontas.

viernes, 9 de enero de 2009

Feliz año 2009, con retraso







Pasaron los atracones de mantecados y turrones –aunque algunos tenemos la despensa llena–, pasaron las uvas, pasó la lotería y su felicidad de espejismos, pasaron los juguetes, pasaron las felicitaciones vacuas y las verdaderas. No pasó el amor, porque no pasa nunca, vino para quedarse.

Este año no hay buenos propósitos, hay más incertidumbre que otros, más frío, más conciencia de nuestros límites humanos, más desconcierto generalizado, porque el hombre comienza a perder su fe
ciega en la ciencia, la tecnología y el bienestar eternos, sin haber recuperado todavía la fe en lo que permanece. Crisis se llama a esto. Todavía sobrevuelan las supersticiones, las creencias inmanentes y absurdas, u oníricas y no menos absurdas, en el dinero, la fortuna y el destino. Creo que lo mejor es recordar lo que ha dicho Benedicto XVI de cara al nuevo año: “No se trata, de hecho, de confiar en una suerte más favorable, o en los modernos entresijos del mercado y de las finanzas, sino de esforzarse en ser nosotros mismos un poco más buenos y responsables, para poder contar con la benevolencia del Señor”. Y añade: “Esto siempre es posible”. Con la ayuda de Dios, claro.

Así que, para el 2009 que recorremos, intentemos ser mejores, volver los ojos –y después la vida–, a lo esencial, a lo único que puede ser cimiento sólido para la felicidad: la confianza en Dios, en su amor y en su misericordia, con inocencia e ignorancia de niños respecto de un Padre bueno, niños que no saben cómo, pero saben que sí.