martes, 29 de julio de 2008

Beau Geste


Quien no haya perdido la infancia por el camino, seguirá gustando de las historias de aventuras. Yo me crié con Salgari, Verne, Hope, a los que luego se unieron los enredos de Agatha Christie y otros. Luego, desde hace año, vinieron a ocupar mis lecturas libros mucho más sesudos y… aburridos (a su manera).

Este verano estoy recuperando viejos sabores porque, entre rato y rato de trabajo en casa, cojo una novela, en lugar de mis habituales tochos. Así, he vuelto a leer “El misterio de cuarto amarillo”, de Gaston Leroux, novela mítica de mi adolescencia. También he disfrutado con la más reciente “El club Dante”, de Mathew Pearl, de quien espero ansioso comprobar si mantiene el nivel en su próximo libro.

Lo último ha sido especial. Desde niño sentí una gran fascinación por “Beau Geste”, de William Wyler, película de 1939 (el mejor año de la historia del cine), con Gary Cooper en el papel principal. Es una historia de la Legión Extranjera Francesa, en la que se mezcla un misterio que no quiero adelantar. Durante años busqué la novela en que se basaba, de P. C. Wren, y al fin la encontré en un mercadillo, y la acabo de terminar. Confieso que no me acordaba muy bien de la historia, y eso ha hecho que devore el libro casi sin pausa, pues mantiene la tensión hasta el final.

Estos son los sabores de los veranos antiguos. A quien los probó, lo animo a revivirlos.

viernes, 11 de julio de 2008

Anatomía de un asesinato


Ayer volví a ver «Anatomía de un asesinato», de Otto Preminger, esa gran película de juicios, una las mejores, que cuenta con un reparto excepcional: James Stewart, Arthur O’Connell, George C. Scott, Ben Gazzara, Lee Remick…, que lo bordan y entretienen a pesar de su largo metraje.

Mucho mérito en esto tiene también el guión, del nominado en esta ocasión Wendell Mayes, que es minucioso, inteligente, divertido y elegante, además de otros adjetivos que me dejo en el tintero. Tiene mérito que en su época -1959- se hable en esta película de violación, de bragas, de calentones, de espermatogénesis, incluso de fajas, sin perder la compostura y la educación. Lo que se cuenta es sórdido, hay varios personajes despreciables, y sin embargo la película, sin estar edulcorada, transmite civilización. Algún nostálgico pensará que así era el mundo antes de la muerte de Kennedy (yo no lo puedo decir porque no lo viví).

El guión tiene numerosas perlas, como cuando el asesino se disculpa ante su abogado por su actitud hosca: «Siento lo de antes», ante lo que el bueno y listo de James Stewart contesta con aburrimiento: «No, no lo siente». Son estupendas también las disputas entre los abogados en el foro, de las que siempre sale triunfador un James Stewart campechano y zumbón. Tiene gracia su inocencia respecto de la ropa interior femenina, y su insistencia en que Lee Remick use faja…

Bueno, yo pretendía hablar del guión, pero acabo hablando de James Stewart, ¿por qué será?

martes, 8 de julio de 2008

Nadal


Rafa Nadal ha ganado Wimbledon, el mismo año que ha ganado Roland Garros por cuarta vez. Y lo ha hecho en la final más larga de la historia. Este chico tiene mucho mérito, y su nombre va a pasar a la posteridad como un grandísimo deportista, no sólo español.

A mí me cae muy bien. Es mallorquín, pero orgulloso de su españolidad. Es del Real Madrid (bueno, ya sé que esto no es importante, pero…). Es sencillo, familiar, humilde y trabajador. Como ocurrió con Induráin, no estamos solamente ante un fenómeno del deporte, sino ante un modelo de persona, al menos en los aspectos que he mencionado. Es absurdo empezar a hablar de si es el mejor de la historia. Tiene sólo veintidós años, y una trayectoria espectacular por detrás, pero todavía muchísimo tiempo por delante para dejar una huella profunda. Espero que las lesiones lo respeten y que el éxito no se le suba a la cabeza. Si sigue en la misma línea, dará un ejemplo muy bueno a las jóvenes generaciones, que falta hace. ¡Vamos, Rafa!